jueves, 19 de julio de 2012

NI UN PASO ATRÁS

Ayer me comentaban que los controladores aéreos se deben estar partiendo de risa con todo lo que ocurre en nuestro país. Añadiría yo que alguno habrá dicho para sus adentros: "que se jodan". Aunque esto sólo es una suposición. 
Tal vez sea bueno aclarar que la persona con la que hablaba ayer en un principio defendía que los controladores aéreos constituían una clase de privilegiados para los que los recortes de derechos que sufrían tenían justificación plena. Tras una conversación con éste que suscribe y una reflexión pertinente me dijo que los controladores lo único que hacían era luchar por unos derechos adquiridos legalmente y que el ataque a este colectivo, con las conocidas mañas del presuntamente corrupto Pepiño Blanco, era una forma de enemistar al ciudadano con unos trabajadores, pero, como se ha podido comprobar en poco tiempo, que tras ellos irán los demás. En definitiva, lo que yo intentaba transmitir. 
Existe una cierta probabilidad de que el lector siga considerando al colectivo de los controladores aéreos unos privilegiados. Está en su derecho. Sin embargo, yo le propongo una reflexión: ¿Consiguieron esos derechos de manera ilegal? ¿Realizan mal su labor? Y una última ¿cree el amable lector que en su caso usted no lucharía por mantener esos derechos adquiridos legalmente? 


Puede que alguien alegue: "en estos tiempos de crisis esos megasueldos son amorales". Depende como se mire. Los controladores aéreos, trabajadores por cuenta ajena ayudan de manera crucial a que este país sea más rico, mucho más rico. Especialmente si tenemos en cuenta que el turismo es la primera empresa del país y que una parte significativa de las personas que deciden pasar unos días, o más, en nuestro país, llegan vía aérea. Podría hacer incluso una pregunta demagógica: ¿quién genera más beneficio a este país: los controladores o los que han gestionado, cobrando mucho más dinero, las cajas de ahorros? ¿Quién generar más beneficio a este país: los controladores o una mema que insulta a los parados? 
Pero el asunto de hoy no versará sobre los controladores y las dotes dictatoriales del iluminado Pepiño Blanco. Aunque si sirva para introducir el tema: la capacidad del sistema neoliberal para enfrentar a unos trabajadores, o colectivos sociales, con otros.
Tras los controladores aéreos los funcionarios nos convertimos en el siguiente colectivo (aún recuerdo como el marrullero Pepiño Blanco largaba, sin ningún rubor, una mentira tras otra contra nosotros en el programa La Noria). Antes, perdón por la falta de rigor temporal, se había demonizado a los inmigrantes (curiosamente se solían olvidar de que muchos trabajaban ilegalmente, porque el empresario no les había dado de alta en la Seguridad Social). Igualmente, por esas fechas los parados constituían poco más o menos un colectivo de vagos, cuya única ambición era vivir del cuento (se pudo comprobar hace pocos días en el Congreso como la hija de una afortunado y aéreo político, política ella también por sus grandes méritos y capacidades, ofendía a este colectivo de ciudadanos, mostrando su forma de pensar, que podíamos calificar como fascista/elitista/estulta). A la par los ancianos también se convirtieron en blanco de esta caterva de personajes neoliberales por su alto gasto en medicina (poco parecía importarles que las farmacéuticas inflaran el precio de los fármacos, como se pudo comprobar cuando el gobierno del artista anteriormente conocido como ZP aprobaron un Real Decreto que consiguió por ensalmo que una parte de los fármacos usados bajaran de precio cantidades que, en algún caso, llegó al 60%). Tampoco podemos desdeñar el ataque sufrido por los trabajadores por cuenta ajena. Los economistas patológicos y sus mamporreros políticos tildaban a todo el colectivo de trabajadores como poco menos que unos vagos redomados incapaces de producir nada de nada a un precio competitivo. En este caso se olvidaban, de manera casual, de que los beneficios del capital habían aumentado escandalosamente, en detrimento de los rendimientos del trabajo, y que estos beneficios no se volvían, en muchos casos, a reinvertir, pues una parte de ellos iban destinados a los gestores o a los accionistas. Curioso, el trabajador pierde poder adquisitivo, las empresas ganan cada vez más, al menos algunas de ellas, y el problema reside en el trabajador. Seguro que algún economista patológico ortodoxo sabría dar alguna explicación, pero seguro que mi hijo también tendría la capacidad de hacer lo mismo y sus argumentos tendrían el mismo peso intelectual.


Esta pequeña lista de colectivos contra los que ha cargado el sistema neoliberal/fascista que se ha hecho con el poder y que no desea soltarlo, en el fondo nos incluye a todos, pero los ideólogos de la miseria moral y material han tomado la precaución de ir clasificando y separando al personal, buscando con ello debilitarnos y confrontarnos a los unos con los otros. El famoso divide y vencerás.
El ataque al sindicalismo, por otra parte anquilosado e ineficiente (espero, como predije hace tiempo, que este ataque genocida a los derechos de los ciudadanos sirva como acicate para que se vuelvan a organizar ideológicamente, defendiendo realmente los derechos de los trabajadores, olvidándose de las premisas neoliberales en las que tan cómodamente se mecieron durante muchos años), constituye otro ejemplo de este ataque contra la unión de colectivos para reivindicar no sólo mantener derechos, sino para conseguir aún más. Las élites económicas en escasas ocasiones han concedido nada sin una lucha previa.
En el fondo se trata de una estrategia calculada: intentan imponer sus ideas, las de siempre: el que más tiene debe poseer aún más y los demás que arreen, pergeñando un ataque global hacia el ciudadano, utilizando para ello batallas contra diferentes colectivos, no contra el conjunto de la ciudadanía. Además se utiliza a los mamporreros mediáticos, los estultos tipos que no dudan en insultar a todo aquél que se pone a tiro y en manipular los hechos a su conveniencia, para presentar como verdadero algo que sólo representa una parte de la realidad, la que ha ellos les interesa. A este respecto me hizo mucha gracia escuchar a Sáenz de Buruaga como aliñaba con datos propios, contradiciendo a la propia Delegada del Gobierno, la marcha minera por Madrid. Resulta curioso que este ¿periodista? se apellido igual que aquel coronel que recibió a pie de escalerilla a Franco a su llegada a Tetuán para ponerse al frente de las tropas africanas en el inicio de la Guerra Civil que sufrió nuestro país.
Parece claro cual es la estrategia del poder económico y sus pelamanillas de la política, de los medios de comunicación, que no de información, y de la Economía Patológica. Y, ¿cuál debe ser la estrategia del ciudadano? Parece clara.


En primer lugar identificar al enemigo, que además de los especuladores, el gran capital, los banqueros... son la clase política que perpetra las injusticias y todos los mandriles mediáticos y economistas patológicos que abundan por doquier. Ellos, todos, conforman el gremio contra el que debemos luchar. 
Alguien podrá alegar que utilizo la palabra enemigos, que no suena muy bien, o que tal vez tenga una connotación bélica. Querido lector, los fulanos que pretenden, y lo están consiguiendo, robarnos derechos a nosotros, malear a su manera el futuro de nuestros hijos y hacer pagar a nuestros padres, que han trabajado como mulas, los errores cometidos por sus ideas, que no teorías, económicas, sólo pueden ser considerados como enemigos. La destrucción, la miseria, la deshumanización de los ciudadanos no sólo ocurre en periodos de guerra. Y a ello nos están abocando esta panda de irreverentes gilipollas que dicen poseer la verdad.
En segundo lugar debemos ser conscientes de que cualquier reivindicación de cualquier colectivo ciudadano forma parte de nuestras reivindicaciones. Cualquier robo de derechos a cualquier colectivo nos hará a todos más indefensos. Debemos intentar igualarnos por arriba, no por abajo. Los derechos adquiridos de ciertos colectivos habrán de servirnos como acicate para saber que se puede conseguir más. No se necesitan banderas, consignas o escudos, sólo se necesita ser consciente de lo que se desea y de que todos vamos en el mismo barco.
Se acercan tiempos de salir a la calle, hoy mismo lo voy hacer yo, y de exigir lo nuestro, lo que pretenden robarnos para que sus estúpidas y depauperadoras ideas, que revisten de palabras técnicas, sigan adelante, antes de que llegue el colapso total. No debemos quedarnos de brazos cruzados y debemos luchar para acabar con la imposición de unas ideas salvajes, crueles y dementes. Cualquier idea, cualquier forma de hacerse notar y de que ellos noten que estamos allí, frente a ellos, es válida. Nuestra angustia, nuestra rabia, nuestra ira debe convertirse en lo que vean cada vez que se contemplen en un espejo (iba a escribir cada vez que piensen sobre lo que están haciendo, pero es mucho suponer que sean capaces de tal acto). Si a ellos les duele lo que hacen, eso dicen, nosotros vamos a buscar que no se olviden de ese dolor que están provocando a ciudadanos que nada tienen que ver en sus tramas políticas, en sus tramas de corrupción ni en sus tramas y complicidades con el sistema financiero. En el fondo a nosotros nos duele que mientan. Que mientan durante las campañas electorales, que mientan cuando llegan al poder, cuando están en la oposición. Que mientan hasta cuando respiran.
NI UN PASO ATRÁS. Siempre adelante, a por ellos; a por sus mentiras; a por nuestros derechos.
Un saludo.

2 comentarios:

isabel lagar dijo...

Me ha gustado mucho tu artículo. Tengo que reconocer que a veces caigo en la trampa terrible de pensar que hagamos lo que hagamos nada va a devolvernos lo que ya hemos perdido.
El otro día leía un artículo que recordaba a Carlos Menem en sus gloriosos años de presidente el cual avisaba a su pueblo que ya podían hacer mil huelgas o mil manifestaciones porque las cosas no cambiarían. Seguida a esa frase había otra de Ghandi que decía algo así como que obedecer leyes injustas iba en contra de la dignidad del hombre y que había que combatirlas. No recuerdo las palabras exactas pero el sentido era algo así.
Y sí, definitivamente se hace necesario combatir esta locura, con uñas y dientes, como sea, al menos para recuperar nuestra propia dignidad como ciudadanos. Estoy segura de que será su propia tiranía y soberbia la que acabará con ellos. Esta cadena mal hilada de desastres también quiero pensar que les va a pasar factura a ellos.

Un saludo

PACO dijo...

Hola Isa.
En un principio nada va a cambiar. Algún gesto del Desgobierno y poco más. Sin embargo, los sindicatos empiezan a movilizarse, veremos como. Esta batalla va a ser larga y nuestra capacidad de organizarnos y de crear, o volver a crear, estructuras que nos representen y que sean fuertes es vital. Ya veremos como acaba todo.
Un saludo.