viernes, 13 de julio de 2012

ENTRE LO POLÍTICAMENTE CORRECTO Y LA REALIDAD

Hace unos días, en una red social, dos amigos míos tuvieron un pequeño roce a causa de las palabras utilizadas para definir a una conocida política, experta en recortes y en mentiras de diverso calado. En un principio me sorprendió el asunto, pero después me uní a la "fiesta". No podía dejar pasar la oportunidad de "definir" a la gachí en cuestión. Pero estos pequeños detalles seguramente no le interesen al lector en exceso, por lo que me adentraré en el leivmotiv de la entrada. 
Uno recuerda como hasta hace apenas un año lo políticamente correcto, las formas, para que nos entendamos, pesaban mucho, al menos para cierta gente. Utilizar ciertas palabras constituía poco más o menos un pecado de lesa humanidad. Incluso existían, seguirán existiendo, gurús del asunto (algunos tan inconsistentes como sus semidesnudos en televisión), que aleccionaban al personal sobre lo aconsejable y lo reprobable. Estos tiempos, que parecen hundirse en la oscuridad de los tiempos, fueron los inmediatamente anteriores a esta estafa, que todos conocemos con el nombre de crisis. La estafa que sufrimos ha borrado de un plumazo esas distracciones futiles, abanderadas por personajes mediocres, la gran mayoría de ellos con una, o varias, grandes corrientes (tal vez sería más apropiado hablar de cuentas poco corrientes). Pero, como dice la canción, nadie vio que iba a subir la marea y se lo va a llevar todo. Sus prédicas demostraron su escaso peso intelectual y, ante todo, lo innecesario de las mismas.


Sin embargo, hete aquí , que, de nuevo, la realidad cercena cualquier forma de realidad apócrifa y nos golpea con esto que hemos dado en llamar crisis (estafa). En este momento se descubren las cartas y nos enteramos de que muchos jugaban de farol. Entre estos jugadores ventajistas nos encontramos tanto a los políticamente correctos como a los guías espirituales del neoliberalismo. 
Si bien nunca me han caído nada bien los espíritus biempesantes, mucho más inquina siento por los portadores de la verdad revelada neoliberal. Y es aquí donde surge el tema que me traigo entre manos hoy: ¿dónde se ubica el límite de la respuesta, verbal o de cualquier otro tipo, a las acciones criminales de estos personajes que han conseguido arruinar la vida de millones de personas?
Parece obvio que deberíamos plantearnos, al menos para comenzar, lo lesivo de unas y otra acciones. La lógica nos empuja a pensar, con toda la razón del mundo, que condenar a millones de personas a la pobreza constituye una acción infinitamente más lesiva que acordarse de la madre de alguno de los defensores de esta forma de entender la realidad, Lo triste del caso reside en que vivimos en un sistema en el que los gangsters cuenta con tal amparo legal que un exabrupto puede conllevar más castigo que una acción que conlleva la depauperización de centenares, de miles o de millones de personas. Fatídico sistema éste que mima a los ladrones y genocidas, castigando una inocua manifestación de rabia o de impotencia, con mucha más celeridad y contundencia. La acomodación del sistema, sorteando cualquier consideración ética o moral en todo lo referido a preservar la riqueza de unos pocos, nos ha condenado a vivir en una jaula de fingida corrección, que sólo sirve al interés de los más poderosos, que utilizan sin ningún pudor a sus mamporreros   mediáticos para extender esta "buena nueva".


Un segundo aspecto, tal vez el más interesante, lo constituye el tipo de respuesta que debemos dar a estos personajes, que se mueven a sus anchas entre la carroña; más concretamente la pregunta sería: ¿dónde se ubica el límite de nuestra respuesta a esta agresión continua y salvaje que estamos sufriendo? No seré yo quien dé una solución irrebatible y "verdadera", cada cual debe buscar la suya. Sin embargo, sí que me gustaría describir los sentimientos que me abordan en determinados momentos respecto a este tema. Reconozco que en algunos momentos la racionalidad se impone y sé que todo consiste en esperar como estos sinvergüenzas acaban con todo, su zafiedad es proporcional a su estulticia, lo que conllevará que ellos y su impronta sea barrida de la faz de la Tierra, al menos durante un tiempo. Sin embargo, en otras ocasiones, especialmente cuando veo que personas de mi alrededor empiezan a tener problemas muy serios debido a sus medidas, me invade la rabia y no dudaría en hacer algo más que esperar para buscar una solución políticamente incorrecta a los desmanes de estos personajes, que, por si fuera poco, venden sus desmanes como la única posibilidad aceptable para nuestra supervivencia. En otras palabras, se trataría de responder a las agresiones de estos tipos con una respuesta equiparable a la violencia que ellos ejercen. Aunque intuyo que si esta situación llega, cosa que espero no ocurra, todo se habrá desmoronado y sólo nos quedará luchar por subsistir. Sus postulados habrían triunfado y habría que responder a sus actuaciones de igual manera: luchando hasta la extenuación por erradicar su simiente amoral.


No sé cual de estas soluciones puede ser la correcta, aunque intuyo que en este caso sí el término medio es lo más ajustado. Molestar, protestar, denunciar, clamar contra sus ominosas acciones, aprovechar cada forma de protesta a nuestro alcance para hacerles saber que su imbecilidad no es la nuestra; que el sufrimiento provocado por ellos no nos lo infligen sin resistencia y que esta resistencia siempre existirá.
Si ellos tienen Mercados, nosotros constituimos algo mucho más importante: la humanidad.
Si ellos tienen vocabulario técnico  (inventado para justificar su engaño) o eufemismos, nosotros tenemos la razón.
Si ellos tienen los medios de comunicación, nosotros tenemos la Red y el boca a boca.
Si ellos mienten, nosotros les llamaremos mentirosos.
Si ellos están contra nosotros, nosotros estaremos contra ellos.
Un saludo.

2 comentarios:

Piedra dijo...

El problema de toda esta gentuza, es realmente los que no pertenecen a su clase (que son todos) y los apoyan, pensando que así tendrán su bendición: Policía, clero, obreros de derechas, vividores y lameculos varios.
Todos ellos posibilitan su poder y su tiranía.

PACO dijo...

Hola Piedra.
El problema, desde mi punto de vista, es que estos hijos de la gran... han encontrado un modo de vida muy cómodo y no quieren bajarse del burro. Para ello deben lamer el culo a los que tienen la pasta y no dudan a la hora de hacerlo. Todo vale con tal de seguir viviendo del cuento. Cuento que se basa en cobrar pasta sin cuento del dinero público.
Un saludo.