jueves, 6 de septiembre de 2012

EDUCAR DESDE EL DESCONOCIMIENTO (I)

Que este Desgobierno que padecemos carece de toda capacidad de gestión no resulta una nueva que pueda sorprender al amable lector. Los despropósitos, las rectificaciones, los desmentidos, la incoherencia e incluso las luchas intestinas, sacadas a la luz, pretendidamente de forma calculada, constituyen las señas de identidad de este conjunto de personas cuyo mayor mérito, en la gran mayoría de casos, es la pertenencia a un partido político, más concretamente al sector del partido que apoyaba, y apoya, a Mariano Rajoy Brey. 
Dentro de esta pléyade de personajes de dudosa capacidad unos destacan por encima de otros, y no precisamente por su aptitud. Más bien se hacen notar por la gran cantidad de despropósitos que son capaces de perpetrar a través de sus declaraciones, en muchos casos realizadas en entrevistas personales o en foros afines a sus ideales, véase la gran cantidad de estupideces dichas por ministros en fundaciones como F.A.E.S. (fundación que dicho sea de paso recibe un pasta gansa de los dineros públicos, de lo que pagamos entre todos). En éste, llamémosle ranking, un ministro sobresale por encima de todos, deslumbrando al personal con la cantidad de incoherencias, inexactitudes e interpretaciones irreales que hace cada vez que de su boca salen palabras refiriéndose a cualquiera que sea el tema. Seguramente el lector habrá adivinado que me refiero a José Ignacio Wert Ortega. Como no se le escapa a nadie,José Ignacio Wert Ortega, licenciado en Derecho y sociólogo, experto en estudios de audiencias y mercados es el actual ministro de Educación, Cultura y Deportes, además de un tipo que mide sus declaraciones por cabreos del personal. Como prueba de ello podemos exponer la última, defendiendo algo tan peregrino para justificar la subida del material escolar del 4% al 21% como lo que sigue: "Nadie puede decir si un cuaderno lo usa un niño o un arquitecto". Tal vez tenga tanta razón como aquella persona que me decía que un auténtico iletrado puede llegar a ser ministro de Educación. Todo es cuestión del enfoque que se desee dar a la cuestión.


Cuando uno estudiaba Magisterio recuerda que tuvo una asignatura denominada Sociología, creo que con el apellido de la Educación, donde, desde un punto de vista neomarxista, libertad de cátedra, se nos hablaba de lo que supone la educación. Por tanto la Sociología y la Educación sí que tienen una amplica relación. Es más, cuando se estudian las fuentes del currículum, conjunto de conocimientos y su forma de trabajarlos, la fuente sociológica, junto con la psicológica, la pedagógica y el epistemológica, constiyen los referentes básicos que han de guiar todo el proceso de enseñanza/aprendizaje. A primera vista el nombramiento de un sociólogo pudiera no pareceruna mala opción. Pero...pero el hecho de ser "experto" en una rama del saber no te asegura dominar otras aledañas. La prueba más palpable la tenemos en la auténtica insensatez que alegó para subir las ratios en las clases de infantil: "para mejorar la socialización". Esta ¿declaración? descubre una ignorancia supina del implicado respecto al asunto. Existe una rama de Psicología dedicada a la evolución de las personas, en la cual se describen una serie de regularidades por las que pasamos todos los seres humanos durante nuestro período infantil/juvenil. Si este tipo al que nos referimos hubiese conocido algo del asunto que se trae entre manos seguramente conocería que uno de los factores claves en la socialización de los niños, especialmente en sus primeros años, no es el amontonamiento de los mismos en un recinto, sino su desarrollo cognitivo, que condiciona la forma de relacionarse con sus iguales y con los adultos. Desarrollo cognitivo que viene determinado, con las pequeñas variaciones intrapersonales, por la edad.


Parece que el hombre que prefiere subvencionar el mundo del toro a dedicar recursos a educación no domina mucho la Psicología Evolutiva. Existe la posibilidad de que aquello sobre lo que realmente sea experto sea la evoluciíon del astado hasta que pierde su vida en la plaza. Pero esto supone una conjetura y no una certeza, por lo que ruego al lector que no lo tome al pie de la letra.
De igual manera han sorprendido en el colectivo docente, e incluso en el no docente, unas aseveraciones sobre el mejor funcionamiento de los centros segregados (tal vez convendría hablar de centros sexistas por cuestiones ultrareligiosas). Este hombre, el ministro menos valorado en todas las encuenstas, largó dicho razonamiento a los cuatro vientos sin un mínimo asomo de vergüenza en su rostro. Obviamente el alopécico personaje no aportó razonamiento alguno.


Desde el punto de vista del docente que soy rápidamente saltaron todas las alarmas al escuchar dicho razonamiento, falaz y torticero, entre otras cosas porque uno no conoce ningún centro "segregado" en el que estudien alumnos provenientes de minorías étnicas o inmigrantes o alumnos con necesidades educativas especiales. Por tanto, los datos, si los hubiere (cosa que dudo) carecen de toda validez (ya se sabe no se pueden juntar manzanas con peras y ese rollo). Por otra parte, uno, que empieza a ser perro viejo, le haría una pregunta al señor ministro: ¿si tan bien funcionan esos centros para qué necesitan dinero público? Lo más lógico es que las élites económicas, capaces de pagar lo que fuera por la educación de sus hijos, se pegaran para que sus hijos puedieran acudir a esos centros tan chachi piruli, costaran lo que costaran. A fuerza de ser malpensado uno empieza a creer que esos centros no tienen la suficiente clientela (igual no son tan buenos o tan reconocidos entre cierta gente) y, de nuevo, hay que ayudar a los colegas.
Por cierto, sobre el argumento que justifica la bondad de este sistema separado, sólo decir que es de la misma época en que la homosexualidad estaba considerada una enfermedad mental. Sobran comentarios.
Como la entrada va a alargarse bastente más, considero mejor dividirla en dos partes, lo que facilitará su lectura e incluso que no me enrolle.
Un saludo.

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