El ascenso de la extrema derecha en Finlandia ha sorprendido a mucha gente, especialmente teniendo en cuenta que se trata de uno de los paraísos de la socialdemocracia o de la redistribución de la riqueza, lo mismo da. Nada más absurdo que contemplar lo sucedido en el país escandinavo como un fenómeno aislado en Europa, e incluso en el mundo. El auge de populismos, de soluciones alternativas a los partidos tradicionales se ha convertido en la vía de escape de los ciudadanos ante la pérdida de su soberanía, ahora en manos de los Mercados, y, sobre todo, de poder adquisitivo y de derechos adquiridos. En el país citado, Finlandia, el gobierno, que asegura haber superado la crisis, ha sometido a sus ciudadanos a severos recortes en el gasto público, que no han dado ningún resultado. Si a esto le unimos las últimas noticias sobre la multinacional Nokia (la importancia de Nokia en Finlandia es superlativa, algo más del 4% del PIB depende de dicha empresa), que en abril despedirá a miles de trabajadores finlandeses, tenemos un buen motivo para el descontento de los ciudadanos. Desde mi punto de vista, aunque el voto haya ido al lado equivocado, no carece de lógica esta protesta a través de los votos. Los políticos filandeses , elegidos, no lo olvidemos, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, han obrado de manera torticera, como los de la gran mayoría de los países, empeorando las condiciones de vida de sus ciudadanos, de la mayoría, con el "noble" propósito de sostener un sistema económico, realmente, lo que consiguen es sostener a unos pocos privilegiados, que se desquebraja por doquier. La respuesta de los ciudadanos no carece de lógica, aunque, insisto, se equivocan de salvavidas.
Aunque he comenzado con Finlandia, que celebró sus elecciones hace tres días, la pujanza de los partidos de extrema derecha no es un fenómeno exclusivo de este país. Francia, Bélgica, Holanda, Suecia, Hungría... son ejemplos de como la ideología ultraderechista ha visto incrementada su presencia en parlamentos, ayuntamientos y otras cámaras de representación. ¿Por qué? Tal vez, la respuesta, o parte de ella, la encontremos en el sur de Francia, en la zona de Marsella. Dicha zona se caracterizaba por la importancia que la izquierda, la de verdad y la otra, tenía en esa parte del país galo. La existencia de un alto número de inmigrantes, o, al menos, personas de razas distintas, en un parte del estado francés que no era precisamente la más boyante, creo un caldo de cultivo perfecto para que calara la extrema derecha de Le Pen, que focaliza toda la problemática en la existencia de inmigrantes, pues la izquierda no había conseguido solucionar los problemas, muchos reales y otros no tanto, que constituían el día a día de una buena parte de los ciudadanos. En este análisis aparecen dos datos cruciales:
Esta entrada no quiere ser un canto al pesimismo, todo lo contrario, si he mencionado el caso de los verdes alemanes, con sus virtudes y defectos, no ha sido con otra intención que la de hacer ver que existen alternativas. Alternativas que deben mirar por las necesidades de los ciudadanos y del planeta, que, en el fondo, también son las de los ciudadanos. Lo único que se necesita es articular esa propuesta, a ser posible a nivel europeo. Para ello considero importante no dejarse estigmatizar por la propaganda de los medios neoliberales, que comparan todo lo que no sea su ideología??? con el estalinismo. Una opción de izquierdas, por definición, no tiene nada que ver con el estalinismo y se debe articular desde los sistemas que tenemos para perfeccionarlos, y con ello la calidad de vida del ciudadano. El estalinismo es un episodio tan negro como el nazismo, el franquismo, la dictadura de Pinochet (cuya política económica es el paradigma del neoliberalismo, aunque como escribí hace tiempo, se olvidan de que buena parte del éxito de la política económica de los gobiernos del dictador asesino y cobarde-no tuvo problema en eliminar a miles de opositores, por lo visto por el bien del país, pero cuando iba a ser juzgado por tales hechos, se escondió de manera cobarde, en el fondo cada uno es lo que es y no puede disimularlo, aunque el peso de los galones le haga andar encorvado-, se deben a la nacionalización que del cobre, que realizó Allende) y cualquier otra dictadura, pero yo no soy responsable, ni me identifico, con las políticas genocidas del soviético. Es más, si a alguien se le ocurre identificarme con dicho período, o el de Breznev, Andropov y compañía, no tendré ningún problema en decirle que no es así y, si el colega en cuestión insiste, tampoco me generará ningún trauma acusarle de cómplice del genocidio que está ocurriendo en el mundo, pues esta política neoliberal ha conseguido que aumenten en los últimos años el número de personas que no tienen para comer, entre cuarenta y ochenta millones de personas más, depende de las fuentes sólo en el último año.
Tal vez, en el momento en el que todos los que opinamos que ésto no puede seguir, y no tengamos miedo o vergüenza de expresar que no opinamos como ellos, los neoliberales, y obremos en consecuencia, el problema del auge de la extrema derecha será menos problema, pues habremos atacado de raíz el problema: las desigualdades sociales.
Un saludo.
Aunque he comenzado con Finlandia, que celebró sus elecciones hace tres días, la pujanza de los partidos de extrema derecha no es un fenómeno exclusivo de este país. Francia, Bélgica, Holanda, Suecia, Hungría... son ejemplos de como la ideología ultraderechista ha visto incrementada su presencia en parlamentos, ayuntamientos y otras cámaras de representación. ¿Por qué? Tal vez, la respuesta, o parte de ella, la encontremos en el sur de Francia, en la zona de Marsella. Dicha zona se caracterizaba por la importancia que la izquierda, la de verdad y la otra, tenía en esa parte del país galo. La existencia de un alto número de inmigrantes, o, al menos, personas de razas distintas, en un parte del estado francés que no era precisamente la más boyante, creo un caldo de cultivo perfecto para que calara la extrema derecha de Le Pen, que focaliza toda la problemática en la existencia de inmigrantes, pues la izquierda no había conseguido solucionar los problemas, muchos reales y otros no tanto, que constituían el día a día de una buena parte de los ciudadanos. En este análisis aparecen dos datos cruciales:
- La ineficacia de los partidos tradicionales, unos por hacer de su capa un sayo cuando llegan al poder y otros por la imposibilidad de llegar a gobernar, por ser minoritarios y no conseguir pactar con partidos los mayoritarios, que sí se acceden con frecuencia al gobierno, o hacerlo en inferioridad de condiciones, al menos a la hora de imponer su ideología. Tal vez, la excepción más clara a esta norma la suponga los ecologistas alemanes, cuestión sobre la que muchos partidos minoritarios de izquierdas deberían reflexionar.
- La identificación de un enemigo como el causante de todos los males. En el caso finlandés, somos los europeos meridionales. En el francés u holandés son los musulmanes. Obviamente, focalizar la atención en personas de una etnia o región es una estrategia manida y trivial, cuya finalidad no es otra que el acceso al poder de grupos ajenos a él, que no tienen ninguna intención de abordar los verdaderos problemas, en este caso el cada vez más desigual reparto de la riqueza.
Esta entrada no quiere ser un canto al pesimismo, todo lo contrario, si he mencionado el caso de los verdes alemanes, con sus virtudes y defectos, no ha sido con otra intención que la de hacer ver que existen alternativas. Alternativas que deben mirar por las necesidades de los ciudadanos y del planeta, que, en el fondo, también son las de los ciudadanos. Lo único que se necesita es articular esa propuesta, a ser posible a nivel europeo. Para ello considero importante no dejarse estigmatizar por la propaganda de los medios neoliberales, que comparan todo lo que no sea su ideología??? con el estalinismo. Una opción de izquierdas, por definición, no tiene nada que ver con el estalinismo y se debe articular desde los sistemas que tenemos para perfeccionarlos, y con ello la calidad de vida del ciudadano. El estalinismo es un episodio tan negro como el nazismo, el franquismo, la dictadura de Pinochet (cuya política económica es el paradigma del neoliberalismo, aunque como escribí hace tiempo, se olvidan de que buena parte del éxito de la política económica de los gobiernos del dictador asesino y cobarde-no tuvo problema en eliminar a miles de opositores, por lo visto por el bien del país, pero cuando iba a ser juzgado por tales hechos, se escondió de manera cobarde, en el fondo cada uno es lo que es y no puede disimularlo, aunque el peso de los galones le haga andar encorvado-, se deben a la nacionalización que del cobre, que realizó Allende) y cualquier otra dictadura, pero yo no soy responsable, ni me identifico, con las políticas genocidas del soviético. Es más, si a alguien se le ocurre identificarme con dicho período, o el de Breznev, Andropov y compañía, no tendré ningún problema en decirle que no es así y, si el colega en cuestión insiste, tampoco me generará ningún trauma acusarle de cómplice del genocidio que está ocurriendo en el mundo, pues esta política neoliberal ha conseguido que aumenten en los últimos años el número de personas que no tienen para comer, entre cuarenta y ochenta millones de personas más, depende de las fuentes sólo en el último año.
Tal vez, en el momento en el que todos los que opinamos que ésto no puede seguir, y no tengamos miedo o vergüenza de expresar que no opinamos como ellos, los neoliberales, y obremos en consecuencia, el problema del auge de la extrema derecha será menos problema, pues habremos atacado de raíz el problema: las desigualdades sociales.
Un saludo.
1 comentario:
Todos somos necesarios.
INDIGNATE EL 15MAYO.
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