viernes, 17 de diciembre de 2010

CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE

¿PARA CUÁNDO LA VERDAD SOBRE EL ASESINATO DE COUSO Y LA MASACRE SOBRE LOS SAHARUIS?

Como ayer, hoy quiero hacer una reflexión sobre los comportamientos humanos. Comportamientos humanos que, de una u otra forma, me atañen y que practico, consciente o inconscientemente, simple y llanamente por que mientras nadie diga lo contrario soy un ser humano.
Uno, que de algún sitio tiene que sacar temas para este blog cuando el intelecto no le da para plantear cuestiones interesantes, lee períodicos digitales y, sobre todo, comentarios de la gente a las noticias, pseudonoticias muchas veces, que estos medios presentan. Tras practicar este arte, el del escrutinio de las opiniones, he observado algún patrón de respuesta a la realidad que me resulta harto interesante. Concretamente estoy hablando de aquellos comentarios que basan todo su argumentario en que el partido al cual no pertenece el redactor del mensaje en cuestión lo hizo peor, sea este hecho real o no.
Un buen ejemplo lo encontramos en el controvertido tema de los controladores. Los argumentos esgrimidos por gente afín al PSOE suelen acompañarse de la coletilla: cuando estuvo el PP no hizo nada para pararles los piés. En sentido contrario, con otra noticias, se puede leer a seguidores del PP defendiendo lo bien que iba la economía en la época de Ánsar. 
En ambos casos se trata de una verdad a medias y el objetivo principal es hacer daño al rival. Los redactores de tales comentarios no tienen intención de hacer un análisis lo más objetivo posible de la situación abordada; más bien tratan de hacer daño a los de la otra tribu y cualquier excusa es bueno para ello.
Cuando estaba dándole vueltas ayer a esta entrada rápidamente me vino a la cabeza que, en el fondo, esta actitud no es muy distinta a la de ser de un equipo de fútbol, donde los futbolistas que defienden tus colores deben ganar, no importa que sea en el último minuto y de penalti injusto. Sin embargo, acto seguido y casi con la misma celeridad, encontré una diferencia brutal entre el fútbol y la adscripción acrítica a un organismo que condiciona la vida diaria de muchas personas. El fútbol es un divertimento que, generalmente, sirve para llevarte pequeñas alegrías o tristezas que no pasan de eso, de ser pequeños aditamentos en la vida de las personas. A uno le resultó muy gracioso ver como tras el 5-0 del Barça al Madrid, un compañero, seguidor del equipo catalán, estaba esperando a otro, del equipo capitalino, para darle la mano, la manita decía él. Pero todo queda en eso, en la chanza o el disgustillo del momento. Pero el seguidismo ciego de una corriente política, religiosa, sindical..., basada en muchos casos en que él de enfrente es un cúmulo de desgracias y el enemigo a batir, es una cuestión distinta y preocupante, al menos desde mi punto de vista.
Cuando anulamos todo nuestra capacidad crítica, sumergiéndonos en el rebaño, generalmente guiado por personas estultas, cuya mayor mérito es su ambición desmedida, y todo nuestro argumentario se reduce al: "y tú más y encima la tienes pequeña", estamos delegando algo tan importante como nuestra capacidad de interpretar el mundo en él que vivimos en otras personas, generalmente desconocidas, cuyo único mérito es mirar por sus intereses.
Este humilde bloguero considera que cualquier persona necesita unas coordenadas intelectuales básicas para interpretar la realidad, lo que llamé el otro día ideas fuerza o convicciones morales o como se quiera llamar. Franco Battiato lo definió en una canción como centro de gravedad permanente. Término que me resulta muy acertado para lo que quiero explicar en estas líneas.
Sin embargo, ese centro de gravedad permanente mío, pudiendo ser muy similar al de mi pareja, no impide que ante determinados aspectos o hechos tengamos una percepción diferente del mismo, de sus causas y de la forma de abordarlo. En definitiva, cada uno lo elaboramos de manera diferente y lo vivimos de formas distintas.
Parece obvio, que existiendo esas diferencias entre dos personas que comparten una visión parecida de la vida, las discrepancias interpretativas entre otras personas, más distintas aún, deben ser abismales. Evidentemente, en colectivos, agrupaciones, partidos políticos, religiones... que aglutinan a millones de personas esas divergencias deberían ser de todo tipo y condición. Pero ahí radica el asunto. La sensación de pertenencia a una vamos a llamarla tribu, en la que prima más la cohesión interna, muchas veces lograda mediante la sensación de que el enemigo está acechando en la acera de enfrente, que la reflexión y la autocrítica para mejorar, permite acomodarse a situaciones inverosímiles, inimaginables, por ejemplo, doce meses antes, con total naturalidad. Siempre existe una excusa para nuestros actos: los otros son peores y encima feos. 
Tal vez, casi seguro, este sentimiento de pertenencia tribal sea una herramienta evolutiva más, de esas que nos han permitido llegar hasta aquí. Tal vez, casi seguro, todos seamos seres tribales en menor o mayor medida. Tal vez, esté escribiendo una auténtica bobada, pero uno tiene la sensacion de que el fondo, a pesar de haber llegado a la Luna, seguimos siendo un animal simple, que no hace, en muchos casos, uso de una de sus mayores cualidades: la capacidad de interpretar el mundo personalmente y de intercambiar esa percepción con los demás, con la finalidad, si fuera posible, de mejorar todos.
Un saludo.


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