miércoles, 22 de diciembre de 2010

ME ACUERDO DE TI... ME CAGO EN TUS MUERTOS (II)

HAY MUCHAS FORMAS DE TORTURA Y NUESTRO ENTORNO NO ESTÁ LIBRE DE ESA LACRA

Hoy, para la gran mayoría de los españoles Día de la Salud (no ha tocado, pero por lo menos tenemos salud), amanezco triste e iracundo.
Ayer mi hijo de tres años recibió las "notas" y entre las observaciones de la persona que cobra por ejercer la docencia y tutoriza, entre otros, a mi hijo aparece una perla: "es agresivo".
Sé que tras los encontronazos que hemos tenido con ella, este personajillo  tenía la necesidad de desquitarse y que mejor ocasión que cargar sobre un niño de tres años cuando no lo puedes hacer directamente sobre los padres, por muy mal que te caigan. 
Este niño mío, tan agresivo él, ha venido diciendo a casa frases tan inocentes como: ¡coño, qué niño tan malo! o (ayer mismo), "si no te terminas el bocadillo tu madre no vendrá a buscarte". Evidentemente, estas frases no han sido aprendidas por el peque por que su madre o yo las hayamos proferido. Inquirido el pequeño sobre la procedencia de tales aseveraciones siempre surge el mismo nombre: el de la fulana que cobra a fin de mes por utilizar el lenguaje de esa manera tan pedagógica para dirigirse a mi hijo y por enfangar la profesión, a la cual pertenezco.
Obviamente, estamos esperando, yo, personalmente, con la escopeta cargada, que hoy acabe el trimestre y que empiece el siguiente para arreglar la situación. Lo hemos intentado por las buenas, por lo regular y ha llegado el momento de continuar por las malas.
Es evidente que mi hijo está por encima de cuestiones personales y posibles ajustes de cuentas, pero parece ser que la persona que ingresa más de 2.000 euros al mes por fastidiar a mi pequeño no ha entendido que todo tiene un límite y el límite es la felicidad de mi hijo. 
He pasado por alto que la anciana denigre a otros compañeros, en algún caso mucho más competente que ella, para justificar su ineptitud, no he dado excesiva importancia a la invención de alguna mentira  por su parte para cargarnos el muerto a nosotros (invención de la que salió escaldado, pues cronológicamente era imposible). Hasta el momento obviaba la sarta de sandeces, sin ningún rigor científico (más bien al contrario, denotaba una falta de preparación para ejercer la profesión alarmante), que había soltado por esa boquita en la última reunión de padres, a la que asistió mi pareja, pero hasta aquí hemos llegado. Pero el trimestre que viene, buscando siempre el beneficio de mi hijo, entonaremos ese himno que comienza: "negras tormentas agitan los aires..." e intentado que mi hijo reciba un trato justo aprovecharé para denunciar la ineptitud de semejante personaje.
Por cierto, mi hijo muerde y araña de vez en cuando, como todos los niños, pero, curiosamente, esa actitud se ha incrementado, incluso en casa, desde la que la colega se reincorporó de su baja. Este hecho me hace acordarme de la entrada titulada " De Auswitz a Olot", que versaba sobre la importancia del entorno para que los individuos emitiéramos conductas violentas, llegando al asesinato. Considero que en esta ocasión la situación tiene una etiología común: un entorno que facilita la emisión de este tipo de conductas, lo triste es que ese entorno esté regido por una persona adulta y el receptor de tales conductas aberrantes sea un niño de tres años, que reacciona como puede en un entorno que no controla y que es hostil para él.
Un saludo.

No hay comentarios: