sábado, 4 de diciembre de 2010

CONVERSACIÓN A LA LUZ DE UN TINTO "ABADÍA DE RETUERTA" Y REFLEXIONES POSTERIORES

Como expuse en la entrada del domingo, el sábado pasado estuvimos, mi pareja y yo, de cena con unos amigos, muchos de ellos maestros. Las conversaciones fueron de todo tipo: serias, jocosas, trascendentales, intrascendentales... Como diría una persona que conocí hace tiempo: "lo normal en estos casos".
Durante un momento de la cena, antes de que los chupitos hicieron su aparición y consiguiente efecto, hablé con una de las personas del grupo, director de colegio para más señas, sobre el tema de la calidad de los docentes y qué hacer ante la falta de aptitud o actitud de ciertos compañeros. Creo, llegado este momento, aclarar que no fui yo el que puso el tema sobre la mesa. Mi interlocutor, persona mesurada y de natural optimista, planteó las cuestión con un pequeño poso de amargura, no sé si he acertado con el término, pero algo había en él distinto; su actitud no era la misma a la de otras veces, cuando habíamos intercambiado pareceres sobre aspectos referidos al mundo de la educación.
El planteamiento general de mi interlocutor sobre la cuestión tratada rezumaba una necesidad de cambio en los planteamientos que se tienen sobre la semi impunidad de ciertos docentes,  que son capaces de hacer de su capa un sayo, sin importar los efectos de tal comportamiento.
No voy a destripar la conversación en todos sus términos, es innecesario, y no creo que pudiera plasmar fidelignamente el diálogo, no excesivamente largo, sobre el asunto (el vino tinto, "Abadía de Retuerta" para más señas, estaba empezando a hacerse notar). Creo que con el resumen efectuado en el párrafo anterior es suficiente para comprender lo que expondré a continuación.
El cuerpo docente, como otros muchos, nos caracterizamos, en general, por nuestro corporativismo. En este aspecto no somos nada originales. Existe una consigna, no escrita, que dice que lo pasa en casa queda en casa. Sin embargo esta máxima se puede interpretar con matices. Matices importantísimos. No es lo mismo desestimar por sistema las demandas externas, pongamos de una familia, que intentar templar ánimos y trabajar para satisfacer las demandas externas, siempre que éstas sean razonables, que no siempre lo son.
Como se puede observar la diferencia es abismal entre una forma de proceder y otra, siendo en ambos casos la defensa del docente por parte del equipo directivo, inspección o quien fuere elemento clave, al menos cuando éste tiene toda o parte de la razón en sus planteamientos.
Otra de las cuestiones claves en el tema de la educación no universitaria es algo relacionado con la práctica docente diaria. Algo más sibilino y, lo siento por la palabra, cruel. ¿Cuál es este arma de destrucción masiva al que aplico tal calificativo? Ni más ni menos que la utilización del efecto Pigmalión, también denominado autoprofecía cumplida, que unida al efecto halo no es infrecuente en nuestro sistema educativo.
El lector se podrá preguntar de qué narices estoy hablando, al menos él que no esté relacionado con el mundo de la educación o la psicología, y tendrá toda la razón del mundo. Parece obligado traducir al cristiano lo que he expuesto en el párrafo anterior.
El efecto Pigmalión o autoprofecía cumplida, es, simplemente, algo tan sencillo como lo siguiente: una persona encasilla a otra en un estereotipo: "es capaz de hacer ésto", "no es capaz de hacer ésto", "es listo", "es tonto". Este encasillamiento no se basa en datos objetivos, por lo general están.construidos sobre impresiones, el ojo clínico que da la experiencia o, desgraciadamente, la comodidad. Esta percepción se acompaña, generalmente de manera inconsciente, de unos comportamientos hacia el individuo encasillado tendentes a confirmar las creencias preexistentes. En otras palabras: si el tipo creo que es listo, le dedico más tiempo, si es tonto, le dedico menos. ¿Qué se consigue con esos comportamientos? Muy sencillo: confirmar los esquemas preexistentes respecto a los individuos. de ahí el nombre de autoprofecía cumplida.
Como el lector habrá podido comprender esta forma de actuar puede ser positiva, cuando las estimaciones previas favorecen al alumno, pero, obviamente, son nefastas cuando la percepción es negativa. 
Y ¿qué es el efecto halo? El efecto halo es un tipo de distorsión cognitiva.Se trata de algo tan sencillo como fijarnos en una parte del individuo, bien física bien psíquica, y construir nuestra percepción global del individuo en torno a ese aspecto, negativo o positivo, no importan que el tío sea Einstein, por que le tío es feo y como es feo pues eso todo en él es como su rostro. Si el fundamento sobre el que se basa la percepción general es positivo, cojonudo, pero irreal y, seguramente, perjudicial a largo plazo. Si el fundamento sobre el que se basa la percepción general es negativo, malo, igualmente irreal y perjudicial a corto plazo.
Una vez explicados estos conceptos, espero haber sido capaz de transmitir lo que deseaba, creo que quedan aclarados algunos de los aspectos que deberían cambiar o modificarse en la educación, por el bien de todos. Existen otros aspectos candentes, como la formación del profesorado sobre él que hablé hace poco, que iré desgranando progresivamente.
Un saludo.







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