jueves, 14 de abril de 2011

CIENCIAS NATURALES, CIENCIAS SOCIALES Y PSEUDOCIENTÍFICOS

Cuando uno estudiaba le explicaron, de manera rudimentaria, como funcionaba el método científico. Dicho método se muestra imprescindible en todas aquellas disciplinas relacionadas con las ciencias de la Naturaleza, pues asegura o desmiente la validez de las teorías de manera fehaciente. ¿Qué ocurre cuando se aplica dicho método a las ciencias sociales o humanas? Pues, sencillamente, que el método científico no siempre es tan preciso o no sirve para explicar ciertas cosas, al menos en ciertas áreas de éste saber. Si a través del método científico podemos predecir los comportamientos de un átomo cuando se junta con otro u otros en determinadas condiciones, nadie se atreverá a anticipar  lo que va a ocurrir con exactitud en la economía de China dentro de tres años, tal el FMI, pero el rigor científico de dicho organismo no tiene nada que envidiar al de la Bruja Lola cuando realiza predicciones.
En la mayoría de las ciencias relacionadas con la Naturaleza para que una hipótesis (la explicación que el científico da a un fenómeno en un primer momento) se convierta en teoría (la hipótesis ya contrastada) se han de realizar una serie de experimentos, en los que la variable/s independiente/s (las circunstancias que cambian) producen un cierto resultado sobre las variables dependientes (la variable sobre las que actúan las variables independientes). Tal vez, se entienda mejor mi pésima y pobre explicación con un sencillo ejemplo.  Quiero demostrar que se produce un proceso de combustión si acerco fuego al papel (hipótesis). Para realizar el experimento tengo una hoja de papel (variable dependiente), si yo aplico una llama (variable independiente) el resultado será que la hoja se quema. Si repito este experimento varias veces y siempre ocurre lo mismo, ya tengo mi teoría: el papel cuando se le aplica fuego se quema, se produce un proceso de combustión. Es evidente, que todo ello se realiza de una manera más compleja por parte de los científicos, pero creo que la explicación es suficientemente ilustrativa.
¿Qué ocurre con las Ciencias Sociales a este respecto? Básicamente, que controlar todas las variables, especialmente cuando hablamos de colectivos, conlleva una gran dificultad, cuando no, directamente, es imposible, por lo que aventurarse a establecer teorías que expliquen lo venidero es francamente arriesgado, cuando no un error. En ciencias como la Educación, la que más conozco, considero que lo más acertado es trabajar meramente con hipótesis, no con teorías, que se han de ir modificando a medida que se va trabajando con los alumnos. Pero el tema a tratar hoy no es la educación, por lo que no me voy a profundizar en tal asunto. Lo que intento explicar, digo bien, intento, es como se utilizan las Ciencias Sociales, que no dejan de ser ciencias a pesar de no contar con el atributo de la infalibilidad que poseen otras ciencias, por parte de ciertos grupos para conseguir sus fines. Ésto no supondría ninguna novedad, si no fuera porque intentan vincular sus "dictados científicos", presuntamente infalibles, a las decisiones que nos "convienen" a todos. Ésto, a su vez, tampoco sería ninguna novedad si no añadieran la palabra ciencia o científico, para justificar sus decisiones. Hasta hace bien poco estos dictados provenían directamente de un dios, ahora es la ciencia la que nos invita a seguir a pies juntillas lo que se debe y no se debe creer y hacer. En resumen, se ha sustituido la fe por la pseudociencia.
Esta cuestión se puede aplicar a diversas Ciencias Sociales, pero a ninguna como la economía. Veamos un ejemplo.
En 1994,  los profesores Robert Merton y Myron Scholes, economistas, crearon una empresa que invertía en bolsa (Long Term Capital Investment) en la que gracias a la utilización de nuevas formas de inversión prometían altas rentabilidades a los inversores, parecía que habían descubierto una fórmula que auguraba un feliz futuro a dichos inversores, en otras palabras habían, o lo parecía, descubierto una verdad científica e incuestionable. En 1998 la empresa quebró debido a las multimillonarias pérdidas producidas en bolsa. Esta quiebra provocó la ruina de miles de ahorradores. Hasta aquí lo más normal del mundo, si no fuera por que estos dos señores recibieron en 1997 el Premio Nobel de Economía,  por desarrollar un nuevo método para determinar el valor de los derivados, el mismo que aplicaban a su empresa. Añado, aunque esta información no sea transcendente, que, buscando por Internet, he descubierto que siguen en activo y dando conferencias. Por cierto, la historia termina de la siguiente manera: ambos "científicos", tan emprendedores ellos, piden ayuda a George Soros para reflotar su empresa, a éste poco le faltó poco para partirse el pecho en sus narices. Finalmente, como ocurre siempre, el estado tuvo que hacerse cargo de las pérdidas, pérdidas multimillonarias.
Evidentemente, este ejemplo expone con claridad lo que quiero transmitir: la utilización de la palabra ciencia, ciencia asimilada al concepto de las ciencias naturales, donde dos y dos son cuatro y se debe poder demostrar hasta la extenuación, realizada por ciertos gurús de las Ciencias Sociales, especialmente en la economía, se trata de un engaño, que pretende esconder, bajo el halo de la infalibilidad, posiciones personales, basadas en concepciones ideológicas. Algún lector podrá alegar que un ejemplo no resulta significativo para argumentar contra todo un estamento. Cierto, pero basta recordar la acertada previsión que hicieron, la mayoría de los gurús económicos, sobre la llegada de la crisis. Perdón, quiero decir que no la vieron venir ni de pérfil y, los pocos que la anticiparon con suficiente antelación (posiblemente los que no utilizaban el sesgo de la ideología en su trabajo y hacían de éste una auténtica Ciencia Social), no estaban muy bien considerados antes de 2008.
En el fondo, uno tiene la impresión de que muchas de las aseveraciones de los "sesudos" economistas que rigen nuestros destinos, tienen la misma validez científica que las teorías de la supremacía racial, ninguna. Desgraciadamente, las consecuencias de ambas teorías son las mismas: el sufrimiento, la explotación de seres humanos por otros seres humanos, la miseria y la muerte.
Por ésto mismo es por lo que no creo conveniente dejarse apabullar por números, macrocifras, palabras complejas, absurdas en muchos casos, que sirven para intentar confundir al personal, o, lo que es lo mismo, para que los pretendidos expertos adquieran un estatus, mediante el uso de una jerga absurda, que les permita justificar su existencia y su presunta sabiduraía. La auténtica vara de medir la utilidad de las teorías no es otra que comprobar que las desigualdades, especialmente las económicas, van desapareciendo, el resto es un ropaje, cuya única finalidad es ocultar la realidad bajo oropeles y lentejuelas que intentan deslumbrarnos con un brillo que oculta, como dije anteriormente, sufrimiento, explotación, miseria y muerte.
Dejo un enlace sobre las agencias de calificación y la querella que han presentado contra ellas, al igual  que en España, Alemania o Grecia, en Portugal. Estas agencias basaban, e imagino que basan, su trabajo en sesudas fórmulas, presuntamente científicas, que, en teoría, eran fiables, hasta que estalló la crisis, momento en que la fiabilidad demostró ser una falacia. De nuevo la pseudociencia se nos presenta en todos su esplendor:

http://www.publico.es/dinero/370372/querella-en-lisboa-contra-las-agencias-de-rating

Un saludo.
P.D.: A pesar de la miseria que irradian tipejos como los anteriormente mencionados, la vida es maravillosa. Hoy estoy pletórico, ayer enseñé a mi hijo, que aún no ha cumplido cuatro años, a andar en bici con sólo dos ruedas. Una alegría tan sencilla como ésta inunda de luz toda la oscuridad que crean estos miserables y éso jamás nos lo podrán robar.

3 comentarios:

Octavio a Disgusto dijo...

La economía no es una ciencia.
Así de claro, la economía es todo menos ciencia.
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Y voy a poner un ejemplo del pensamiento economico que se practica por aquí:
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Tengo en mi manos una revista, en la que leo en cabecera la siguiente cita:
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"La buena vida es cara. Hay otra más barata pero, esa ya no es vida" (Anónimo)
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El panfleto en cuestión se titula "El Viso", y en portada sale Jose Antonio Monago, presidente del PP extremeño y candidato a presidir la junta de Extremadura.
(Lo edita APYME, es decir, la asociación de la pequeña y mediana empresa de Mérida)
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Dicho todo lo cual, y volviendo a la profunda reflexión de la cabecera de dicha revista, yo debo estar muerto, y claro... no me llamo Camps, ni Chaves.
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Y no te digo ya los 4,3 millones de parados, esos deben estar incinerados, que creo que sale más barato que el inhumación al estilo tradicional.
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Un saludo.

Spaski dijo...

Que le jodan a la economia...

valen mas esos pequeños momentos, la cervecita en el bar con tus coelgas, ese finde con tu mujer, esa bici con tu hijo

josé luis dijo...

La economía dejó de ser ciencia desde que empezó a preocuparse por el crecimiento económico y se olvidó de su definición: "conocimiento que se encarga de la distribución equitativa de los bienes escasos".
"Ahora lo que hay es marqueting para crear deseos y transformarlos en necesidades."
Lo dijo Galbraith y se quedó sin el Nobel, pero creo que con la conciencia muy tranquila.
Un saludo