jueves, 17 de marzo de 2011

DEMASIADAS LECCIONES

Aún sin conocer las consecuencias finales de lo que está aconteciendo en los reactores nucleares dañados de la central de Fukushima, las lecciones que estamos recibiendo de tal suceso son de gran magnitud. Por desgracia, dicho aprendizaje se ha generado como consecuencia, una vez más, de un desgraciado suceso que ha desbordado, o lleva camino de desbordar, todas las previsiones oficiales. Cuando escribo oficiales me refiero a aquellas organizaciones que, de una u otra forma, transmiten información, generalmente positiva, sobre la generación de energía eléctrica a través de la fisión nuclear. Dichas organizaciones, entidades o como se les quiera llamar, sostenedoras del negocio nuclear son: las grandes empresas productoras de electricidad (lo que podríamos denominar lobby pro-nuclear), los gobiernos y los científicos.
Analicemos detenidamente el papel de cada uno de ellos.
Por lo que respecta a los diferentes lobbys pro-nucleares poco se puede decir que no se sepa, o que les diferencie de otros lobbys económicos de cualquier otro tipo. La finalidad última de estas organizaciones se basa en conseguir los máximos beneficios posibles, lo más rápido posible, sin importarles los medios, los fines y mucho menos las consecuencias. En este sentido, en España y en Japón ya hemos tenido muestras de como se escamoteó la información, al menos se intentó ocultar, sobre sucesos de menor importancia que los actuales, pero anomalías en el funcionamiento al fin y al cabo, que generaron escapes de sustancias radiactivas. Por otra parte, en su reciente visita a la central nuclear de Almaraz, por motivos laborales, uno se llevó una impresión bastante desfavorable sobre como se mueve parte del dinero generado en dicha central. Cuando se nos explicó que existían convenios con la Agencia EFE para formar a periodistas, creo recordar que mediante becas, sobre el tema nuclear o que existían convenios con la Universidad de Extremadura, no recuerdo exactamente en que invertían el dinero, uno no pudo evitar tener la sensación de que el parné fluía alegremente para "contentar" a determinados estamentos.
Respecto a los gobiernos, deberíamos reseñar que sus políticas ultraliberales, que condicionan el resto de aspectos de su actuación, les lleva a estar inmersos en una loca carrera para conseguir que sus países produzcan cuanto más mejor, lo que necesita un suministro de energía cada vez mayor. Parece obvio que esta energía debe salir de alguna fuente y entre ellas se encuentra la nuclear. Es más, en países como Japón o España dicha energía proporciona una cierta independencia respecto a otra materias primas que, por narices, deben comprarse en el exterior, el ejemplo más claro es el del petróleo.  Estos mismos gobiernos han optado,  generalmente, por modelos de producción de energía ligados, controlados sería más exacto, a las grandes empresas del sector. 
En tercer lugar, me gustaría hablar de los científicos que sustentan teóricamente este tipo de energías, me refiero a su viabilidad y a la presunta inocuidad de dichas energías en caso de accidente. 
Como le habrá ocurrido a todo el mundo que siga las noticias, en los últimos dos o tres días habrá escuchado o leído a expertos en el tema nuclear que, curiosamente, han ido variando el discurso, o al menos a mi me lo ha parecido, progresivamente. De la certeza y suficiencia absoluta del primer/segundo día sobre la nula posibilidad de un accidente serio, hemos pasado a una cierta cautela y a una aseveración, casi casi unánime, afirmando que el Apocalipsis tardará en llegar unos cuantos años más y no empezará en Japón.
Por desgracia, lo que parecía imposible el primer y segundo día se ha demostrado posible. Entonces, ¿qué certeza nos pueden trasladar los expertos sobre el tema? Parece que poca. 
Hace años que uno piensa que parte de la ciencia aplicada, repito, parte, se ve demasiado condicionada por los intereses de las entidades que financian las investigaciones (en el caso de la industria farmacéutica llega a ser escandalosamente nítido). Prueba de ello es que la voces disidentes dentro del mundo científico, al menos en determinados ámbitos científicos, suelen ser obviadas. En el caso sobre el que tratamos hoy podemos encontrar un excepcional ejemplo en la falta de atención que se prestó al documento que en 2007 publicó Katsuhiko Ishibashi (si alguien quiere ver el enlace y no domina el inglés, le recomiendo que lo abra en Google Chrome, tiene un traductor aceptable inglés/español), advirtiendo sobre las consecuencias de un terremoto sobre ciertas centrales nucleares japonesas. 
Evidentemente, entre los promotores de este tipo de energía encontramos a cierta prensa, una parte importante, que amplificaban convenientemente las voces de los anteriormente citados y tratados grupos favorables a lo nuclear. De chiste eran los razonamientos de Carlos Herrera hace dos días respecto al problema de la central nuclear. Según la teoría que sostenía el andaluz, gran humorista él, lo de Fukushima no era un accidente nuclear, porque todo se ha producido a causa de un terremoto y el consiguiente tsunami. Claro, querido Carlos, lo que ocurre en Japón es un anticipo de las fallas.  Ver para creer.
No es mi intención atizar más a la prensa, baste con la reseña hecha en un principio, además, aún me queda algo que exponer y no quiero que la entrada de hoy sea demasiado extensa.
Hasta aquí una descripción de como funciona el tema, pero queda algo importante, muy importante, sobre lo que tratar, una vez comprobado que la seguridad de las centrales nucleares es, ante todo, teórica: ¿cómo sustituimos, de golpe y porrazo, la energía nuclear, que produce en torno al 20% de la electricidad que consumimos en este país? Aquí radica el problema.
Existen dos opciones:
La primera es cerrar las centrales nucleares mañana mismo y sustituir la energía atómica por otras fuentes de energía que, seguramente, serían combustibles fósiles, lo que generaría más contaminación y una subida de precio en dicho tipo de combustibles, ya se sabe el rollo ese de la ley de la oferta y la demanda y la escasez de las materias primas (no olvidemos que a mayor uso de combustibles fósiles, mayor contaminación). Si se cierran mañana dichas centrales se podía optar también por consumir un 20% menos de electricidad en nuestros hogares y en las fábricas, opción prácticamente inviable, que además, acarrearía un descenso en la producción de bienes y, como consecuencia, más paro. ¿Cuántos estamos dispuestos a cambiar nuestra vida de la noche al día, renunciando a muchas cosas que damos por supuestas? Realmente, cerrar de golpe dichas plantas de producción eléctrica, basadas en la fisión nuclear, sería un auténtico problema, tanto sistemáticamente  como  en un plano individual, me refiero al cambio de mentalidad. Como diría el otro: nos tienen cogidos por los huevos.
La segunda opción es la que he defendido en este blog en anteriores ocasiones: trazar un plan estratégico sobre la energía en este país. En dicho plan se debería tratar no sólo sobre la forma de producir energía y cuanta, sino también sobre el modelo de crecimiento que queremos e, incluso, sobre el modelo económico que deseamos para nosotros y para nuestros hijos. Curiosamente volvemos al principio, cuando hablaba sobre los lobbys. Es el modelo económico, del que queramos o no formamos parte, él que ha propiciado el uso de esta fuente energética. Como no quiero repetirme con lo dicho anteriormente, concluiré con algo que me parece fundamental. Nosotros también podemos aportar nuestro granito de arena: el ahorro de energía, el reciclaje, la reutilización y un consumo moderado ayudarán a que vivamos todos un poco mejor y, de paso, les quitaremos argumentos a los canallas que sólo buscan el beneficio a corto plazo por cualquier medio.
Añadiré un último dato para la reflexión a este respecto. Hace unas semanas los políticos extremeños constataron una feliz realidad: Extremadura podría abastecerse, exclusivamente, con la energía limpia que genera. Posiblemente alguien podrá pensar que en estas tierras, desde las que escribo, aún vivan en la Edad Media, craso error. Una cosa es ser cola de león de un país muy adelantado y otra muy distinta ser cabeza de ratón. Seguramente si preguntamos a rumanos, búlgaros, lituanos, a muchos portugueses, a muchos griegos... si cambiaban sus condiciones de vida, a pelo, por la de un extremeño medio, firmarían con los ojos cerrados.
Dejo un enlace que me parece tremendamente interesante por aspectos diversos, por supuesto dicho enlace está relacionado con el tema tratado hoy:

http://www.lapizarradeyuri.com/2011/03/16/y-fukushima-no-resistio/

Un saludo.

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