martes, 15 de marzo de 2011

A LOS PERDEDORES NO LES CONOCEMOS

Ayer, escuchando la radio en el coche, un músico español, no recuerdo el nombre, que había triunfado en EE.UU., por lo visto era el director más joven de origen hispano que conseguía ponerse al frente de una orquesta en el país norteamericano, lanzaba a los cuatro vientos una proclama que a uno le hace bastante gracia: "si te esfuerzas triunfas en EE.UU.", o algo así.
Como eslogan no está mal: "déjate los cuernos que, al final, conseguirás una bonita casa, un cochazo y una/un tía/tío macizorra/o, pues triunfarás en tu trabajo".
 Lástima que ya se me haya pasado el arranque de humor que me produjo el tópico del triunfante compatriota y me haya dado por bajar al mundo real, ese que te genera, de vez en cuando, una mala baba que para qué. Como consecuencia de ello voy a despellejar, deleitándome en ello, no lo voy a negar, la estupidez que el fulano arrojó por la ondas hertzianas durante la lluviosa tarde de ayer.
Uno, que no es experto en EE.UU., como aquel humorista del Club de la Comedia (va por ti, Mari Fe), no conoce el funcionamiento de dicho país al dedillo, pero no puedo ocultar lo maravillado que me siento ante el hecho de que cualquier tío que luche y sea bueno o muy bueno consiga lo que desea. Veamos a que me refiero. Parece ser que si tú luchas como un jabato y tienes talento, o crees que lo tienes, en el país de George W. Bush hay un puesto de trabajo preasignado para ti. Por lo que da a entender el dicho que nos ocupa hoy, si eres buen director de orquesta, y te lo curras, no debes preocuparte que habrá un hueco en una  orquesta cojonuda para ti, y si no lo hay tranquilo, que te lo crean. Ésto es eficiencia y lo demás son bobadas. 
De hecho estoy considerando seriamente aprender inglés y trasladarme a EE.UU. para forrarme con este blog; mi pareja, mi niño de casi cuatro años y mi madre, que lo leyó una vez, me han dicho que es bueno. Seguro que hay un hueco en el país americano para mi esperándome. 
La verdad, bromas aparte, suena a chiste. La oferta laboral en cualquier ámbito es la que hay, incluso entre los "emprendedores", y no puede colmar las aspiraciones de todos, aunque entre ellos haya gente con un nivel muy bueno en su actividad laboral.
Imagino que el lector ya se habrá dado cuenta de que para que un paisano nuestro largue sobre su éxito, por el camino tienen que haberse quedado unos cuantos, de cualquier nacionalidad, que jamás llegarán a dirigir ni esa orquesta ni ninguna otra de una categoría similar, siendo muy posible que una parte de ellos tengan la misma calidad que nuestro compatriota.
¿Entonces el sueño americano es real? Sí y no. 
Sí, porque, evidentemente, un número, limitado, de personas consiguen triunfar, o lo que ellos llaman triunfar, llegando a la cúspide.
No, porque para para que eso ocurra, un número considerable de personas tienen que haberse quedado por el camino, algunos en la base otros a medio camino y un número menor de ellos muy cerca de la cima, sin llegar a pisarla nunca, tengamos en cuenta que, generalmente, por un mismo puesto luchan varias personas, pudiendo haber un sólo ganador. Es más, por definición, para que alguien triunfe debe compararse con otras personas que no han conseguido triunfar en su mismo campo, sino no sabría en que consiste triunfar. Yo no sé si corro rápido o lento si no me comparo con otras personas que también corren. Así de sencillo.
Resulta evidente que los que han logrado vencer creen en el sistema y son ellos mismos los que aparecen largando sobre las bondades del sueño americano. ¿Alguien ha escuchado a algún perdedor narrar su experiencia? ¿Cuándo se da cancha en los medios a los que, aún luchando mucho, se han estrellado por el camino? Que yo sepa nunca.
¿Por qué sigue funcionando esta utopía del sueño americano? Básicamente, por dos motivos.
En primer lugar, porque la historia la escriben los ganadores.
En segundo lugar, por algo más sibilino: el sueño americano se ha convertido en una especie de religión, de creencia incuestionable para mucha gente. La filosofía última de dicha religión/creencia es algo tan simple como lo que sigue: trabaja, trabaja mucho, esfuérzate y todo ello te será recompensado. ¿Cuándo? Vete tú a saber, pero, mientras tanto, trabaja todo lo que puedas, que alguna divinidad del panteón neoliberal te premiará a su debido tiempo. En el fondo se trata de una teoría en la que el premio diferido te llegará, al menos en teoría, si sigues los dictados que, en este caso, marca la ortodoxia del pensamiento liberal-calvinista. Mientras ese posible premio se decide a hacer acto de presencia , a veces llega, no obviemos este dato, pues es lo que engrasa el sistema,  te dejas los cuernos por la empresa, por tu negocio, etc., sirviendo de esta manera al sistema sobre el que se asienta dicha teoría. No sólo sirviendo al sistema, haciéndolo de manera óptima. Aquél que persigue un ideal no suele hacerse muchas preguntas mientras camina hacia él. Carne para la picadora.
Reconozco que para no conocer el nombre del director, de la orquesta que dirigirá ni de ningún otro dato del colega, me ha dado un juego extraordinario en la entrada de hoy. ¡Muchas gracias! En este blog también has triunfado.
Un saludo.
P.D.: Mañana, si no se tuercen las cosas, amenazo con arte, pintura, con la obra de un artista, más concretamente.

1 comentario:

isabel lagar dijo...

Estoy de acuerdo con lo que dices. Por mi experiencia, es el país en el que se hace real lo de vivir para currar o competir hasta morir. Y todo porque tienes que superarte a ti mismo y promocionar y ser mejor para conseguirlo todo y demostrarle a todos lo importante que eres y qué valores tan grandes muestras y patrañas por el estilo. Lo único que consigues es morir en el tajo al final. Por otro lado, es cierto que la historia la escriben los triunfadores y los que tienen la pasta. En un país como Estados Unidos, no solo se quedan por el camino miles de fracasados que verán para siempre truncadas sus aspiraciones y serán para el resto de su vida señalados como "Losers" sino que ni siquiera encontrarán el respaldo de un Estado que les dé lo mínimo para ser personas dignas. Y todo porque el Estado no tiene derecho a inmiscuirse en sus decisiones personales. Otra vez patrañas de los ricos que son los que elaboran las leyes en un país con unas diferencias sociales cada vez más almarmantes y donde los pobres no tienen dinero para comprar verdura y solo les llega el sueldo para comprar pizzas a un dólar.
Pienso que Estados Unidos está enfermo, enfermo de religión, enfermo de obesidad, enfermo de grandeza.