miércoles, 9 de marzo de 2011

EN GRIS SE VIVE MEJOR

Lo que se conoce con el nombre de cine en blanco y negro, no es tal. En realidad, todo el color de ese tipo de películas se fundamenta en una mezcla del blanco y negro, proporcionando toda la escala de grises generadas en   dicho encuentro una variedad cromática harto interesante, que nos permite reconocer el mundo tal como lo entendemos. No creo necesario recordar que este mismo fenómeno se produce en la fotografía, produciendo, igual que en el cine, espectaculares obras sin la necesidad de otros colores. 
Resulta sorprendente que la unión del blanco y el negro, siempre en diferente medida, pueda proporcionarnos un reflejo exacto y fidedigno del mundo poseído por nosotros en nuestra mente, no encontrando ésta mayor problema en desentrañar cada rincón de un fotograma o de una fotografía de tales características.
Resulta aún más sorprendente la fijación de determinadas personas o colectivos por intentar construirnos una vida en blanco y negro, evitando, de manera consciente, los grises, que, como ya hemos visto, nos proporcionan una visión real del mundo en él cual vivimos. 
Uno contempla, generalmente con estupor, otras veces con rabia y otras con hilaridad, el intento de vendernos una realidad bícroma (no sé si existe tal palabra), sin matiz alguno y, por qué no decirlo, sin esperanza alguna. Parece que exista un complot en este sentido. Dicho complot no es tal, simplemente se trata de vendernos la burra, la suya, mostrándonos un mundo maniqueo y limitado, que, evidentemente, tiene como objetivo presentarnos una reducción simplista e interesada del mismo. 
Tal vez el lector piense que hago honor al epígrafe que acompaña a mi colección de entradas y considere que, una vez más, desvarío. Puede ser, pero intentaré demostrar lo contrario, si soy capaz. Para ello recurriremos a la actualidad, una vez más.
Imaginemos que Rouco Varela o Benito, el Decimosexto, proclamaran que no creer en su ideología no implicara estar equivocado, quemándose en el infierno, ése que ha rescatado el anciano alemán. Así, a vuelapluma, uno piensa que se les acabaría el negocio, o buena parte de él (no me imagino a Camino, el portavoz de la Conferencia Episcopal, con esas manos perfectas, currando en una obra). 
Reconozco que he elegido un ejemplo facilón para mostrar aquello de lo que hablo y totalmente previsible. El problema aparece cuando los que actúan mediante esta estrategia bicroma no son tan burdos o, aún siéndolo, nos cuesta reconocer tal forma de presentarnos la realidad. Veamos algún ejemplo.
Cuando dediqué una entrada al miedo generado interesadamente, "Los chusqueros del miedo", como forma de presentarnos la realidad utilicé varios de ellos para ilustrar el artículo. Entre ellos el de aceptar las normas económicas impuestas por los poderosos, bajo las excusa de que sino se siguen sus dictados se acabará el mundo o llegará el caos (¡qué llegue pronto, por favor!). A veces, conozco algún caso, en que se presenta la dicotomía neoliberalismo o la vieja U.R.S.S. como única opción posible en este mundo. 
Pero dejemos el mundo de los fascistillas neoliberales y vayamos a otros lugares, igualmente excitantes e ilustrativos. 
Uno, que no es palomo cojo, aunque cojea del lado izquierdo, lee, generalmente, prensa de una determinada ideología (si a eso, en muchas ocasiones, se le puede llamar prensa). Practicando el noble arte de la lectura de este tipo de publicaciones, ciertos días tengo la sensación de sumergirme en un planeta de titulares y párrafos vacuos, sin interés alguno, existiendo una distancia abismal entre lo que yo considero izquierdas y lo que me quieren vender como tal. Por ejemplo la defensa de nacionalismos de uno u otro tipo (me da igual el nacionalismos rancio español, que el autonómico tan guay del Paraguay), cuya característica más acusada es la exclusión de los que no son considerados de los suyos, a los que se llega a minusvalorar y, a veces a despreciar por no haber nacido dentro de unas fronteras (lo que demuestra que esta gente no valorar al ser humano por ser tal, más bien lo valoran por compartir, al menos teóricamente, un lugar de nacimiento y una supuesta cultura -ya me contarán que tiene que ver la cultura de un fulano nacido de una familia bien, en una zona bien, con la cultura de otra persona nacida en esa misma nacionalidad en una zona marginal y en el seno de una familia desestructurada-), me parece un acto de fascismo (no me ocurre lo mismo cuando escucho que alguien se siente orgulloso de su tierra y quiere lo mejor para los ciudadanos que habitan en ella. Yo también quiero lo mejor para mi familia, para mis amigos... Eso sí, sin olvidar que lo mejor para mi no debe significar lo peor para los demás). Es evidente que decir ésto te condena a ser un facha (me la trae al pairo), al menos para cierta gente que se mueve dentro de la ortodoxia más pura (suena a congreso del Partido Comunista búlgaro). En otras palabras, existe una doctrina "oficial" y si no la sigues a pies juntillas perteneces a los de enfrente, a los malos. ¡Pues no! Afortunadamente vivimos en un mundo de matices, de multitud de matices, que proporcionan a nuestra vida una gran riqueza y que engrandecen nuestra finita existencia. No sólo eso, dichos tránsitos cromáticos intermedios nos permiten no caer en la dictadura del pensamiento que unos y otros nos quieren imponer, siempre en su beneficio.
No se trata de seguir el ejemplo de Unamuno, creo que era el vasco, que llegaba a los lugares y lo primero que espetaba era el famoso: "de que sea habla, que me opongo". Eso sería un error craso. Lo interesante, al menos lo que yo intento, es fundamentar mis creencias en argumentos sólidos, al menos para mi, que no se basen en blancos y negros. No sólo eso, al existir tantos grises, es posible que tengamos que tomar prestado algún matiz de dicho color para construir la realidad, ¿por qué no? Estamos aquí para aprender, persiguiendo una mejor comprensión de nuestra realidad, adquiriendo con ello mayor criterio a la hora de elegir y de construir nuestra interpretación de la realidad.  
A uno le gustaría ser un director de fotografía de ésos que consiguen que los grises de las películas insinúen más que los colores. Me gustaría saber construir todos los grises posibles, pero, debido a mis evidentes limitaciones cognitivas, me conformo con apreciar algunos grises, recordando que el blanco y el negro sirven para construir fotogramas de nuestra vida más complejos y bellos.
Con esta entrada concluye, al menos así lo creo, una serie de ellas dedicadas a la libertad de pensamiento. "Los chusqueros del miedo", "Sabios mentecatos, mentirosos y ciudadanos", "Dictadores profesionales y aprendices de neoliberales", junto con alguna otra, versan, al igual que ésta, sobre el peligro del pensamiento único transmitido por unos y otros. Pensamiento único cuyo único objetivo es conseguir o mantenerse en el poder, a costa de intentar limitar nuestras vidas, especialmente en el ámbito intelectual, ámbito donde se genera toda nuestra persona.
Un saludo.

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