sábado, 19 de febrero de 2011

EL MUNDO ÁRABE Y SU CALIDOSCOPIO PARTICULAR, PALESTINA

Los ciudadanos de los países árabes siguen demandando democracia, tal vez sería más adecudado decir libertad, y un reparto equitativo de las riquezas de muchos de esos países, concretamente trabajo y comida. 
A simple vista no parece que pidan nada del otro mundo. Simplemente piden que se respete su dignidad como seres humanos y que se cubran sus necesidades fundamentales. ¿Entonces, cómo se ha llegado a esta situación? La respuesta, que pudiera parecer muy compleja, desde mi punto de vista es bien sencilla: el juego de poderes, la geoestrategia de diferentes países, ha provocado que una serie de sátrapas genocidas se perpetúen en el poder, facilitando que EE.UU., la antigua U.R.S.S. (uno intuye que Rusia sigue cortando el bacalao en algunos lugares) y demás países occidentales,, sin olvidar la nueva inclusión de China en determinados países,  que defienden sus intereses económicos, concretamente los de sus multinacionales y sus fábricas de armas, vean cubiertas sus necesidades militares y económicas en la zona.
Es evidente que los respectivos gobiernos occidentales no podían proclamar a los cuatro vientos que las prácticas de Mubarak, por ejemplo, en ciertos casos respondieran directamente a los intereses de sus países. ¡Faltaría más!
Es igualmente constatable que en la mayoría de los países árabes la única respuesta organizada a gran escala, especialmente en los últimos tiempos, ha sido la proveniente de organizaciones religiosas islámicas, con un grado de radicalidad en sus planteamientos variable. Estas organizaciones prohibidas o semiprohibidas en muchos casos se abrieron un hueco entre los ciudadanos realizando una labor de sustitución del estado en ciertos aspectos. Sanidad, educación, incluso en determinados casos alimentación consiguiereno acercar a gran número de ciudadanos de esos países a este tipo de organizaciones.
Pudiera parecer que los ciudadanos de estos países habían encontrado en las organizaciones islámicas un modelo a seguir y, por tanto, una forma de estructurar sus estados. El ejemplo argelino, en el que un partido islámico, creo recordar que el F.I.S., ganó las elecciones libres que tuvieron lugar en el país magrebí (decisión legítima, nos guste más o menos, de los ciudadanos argelinos, que fue seguida de un golpe de estado, cuya única finalidad era que los ganadores de tales comicios no accedieran al poder), pareciera ser un excelente ejemplo de lo que he expuesto con anterioridad.
Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas nos han demostrado la zafiedad de tales argumentos. Los islamistas eran fuertes por su capacidad de organización, el dinero fluía y fluye con facilidad hacia ese tipo de organizaciones, y ciertas mezquitas eran y son un excelente altavoz para su labor. Además, obviamente, entre regímenes despóticos y asesinos y otra opción, que encima se preocupa de los más desfavorecidos, parece clara la elección. Póngase el lector en el pellejo de un argelino o de un palestino que subsiste como puede y encontrará la respuesta. No se trata de dilemas morales, se trata de vivir día a día.
Pero, insisto, los acontecimientos que vivimos durante estos días nos han demostrado que los ciudadanos, al menos una gran mayoría, cuando tienen capacidad para elegir, para manifestarse, para exigir sus derechos pasan olímpicamente de los islamistas, que se han apuntado al carro a última hora y siempre a rebufo de los acontecimientos.
A uno ante estos hechos le surge unas cuantas preguntas: ¿no existía un peligro grandísimo si se dejaba caer a los sátrapas árabes? ¿No se iban a hacer los islamistas radicales con el poder y reconquistar Al-Andalus, si fuera menester? ¿No se trataba de pueblos que no se interesaban por la democracia y que no entendían su significado?
Ante estas preguntas surge otra: ¿quién cojones extendió estas ideas, obviamente de manera interesada?
La respuesta parece clara: los gobiernos occidentales y los propios tiranos, que mediante la creación y el mantenimiento del mito del islamista radical, justificaba que nada cambiara.
Sería igualmente absurdo negar que existe una forma de entender la palabra de Mahoma macabra, que se traduce en actuaciones asesinas de ciertos individuos, pero la realidad de los hechos ha demostrado que estos asesinos no son mayoría en las poblaciones árabes.
Me gustaría trasladar estas reflexiones anteriores a un lugar donde empieza a despuntar un cierto movimiento contestatario de los ciudadanos ante las situación que viven: Palestina.
En Palestina, aún en pequeño número, los ciudadanos se han echado a la calle, exigiendo que los dos gobiernos palestinos no se enfrenten entre ellos y que solucionen sus problemas.
Respecto al tema de Palestina, uno sostiene que dicha causa se ha convertido en la excusa de muchos gobiernos, especialmente árabes, para lavarse las manos respecto a su politica real. No hay duda de que una buena parte de los ciudadanos palestinos se ha visto afectada por la polítca de los sucesivos gobiernos israelíes (resulta curioso que la política del Gran Israel , se parezca a la política expansionista, la del Espacio Vital,  del régimen genocida nazi). Dicha política de los ejecutivos hebreos se puede calificar en muchos momentos, sin temor a equivocarse, de genocida. Los gobiernos de los países árabes, en mayor o menor medida, han esgrimido la situación de los ciudadanos palestinos para unir a sus pueblos, presentando un enemigo común: Israel. Es evidente, que tras los primeros fracasos bélicos de algunos de estos países frente al ejército hebreo, esta política contra Israel ha sido sobre todo retórica. En otras palabras, una campaña publicitaria de los gobiernos para contentar a los ciudadanos; campaña retórica que no ha servido, tal vez todo lo contrario, para mejorar la calidad de vida de los palestinos. Es evidente que estoy generalizando. Egipto viró su política y se convirtió en fiel alidado de Israel y algún otro país, Irán, Siria, financia a grupos como Hamás o Hezbolá, éste ubicado en Libano.
En todo caso el resultado es el mismo: los ciudadanos palestinos sufren las consecuencias de usar su causa como excusa.
Hasta aquí, como puede comprobarse, los palestinos son un juguete en manos de los intereses de países extranjeros, Israel y EE.UU, entre ellos, no diferenciándose en nada de lo expuesto en los primeros párrafos de esta entrada para el resto de países árabes.
Y el gobierno, gobiernos en estos casos, de Palestina, ¿tamibén actúa como el resto de tiranías árabes'
Cuando la OLP llegó al poder, oficialmente, en los territorios palestinos se instaló la corrupción generalizada. Lo importante para los goberntantes, para la mayoría de ellos, era repartirse el pastel que llegaba entre otros de la Unión Europea. Repito, repartirse el pastel, no distribuirlo entre los habitantes (lo mismo que ocurría en el resto de paíes árabes, que es lo que ha provocado, entre otras cosas a las insurrecciones ciudadanas en estos mismos países) . Obviamente, en una zona en guerra, con una fuerte implantación islamista, véase Hamás, en la que los ciudadanos no apreciaban una mejora significativa en su calidad de vida, muchos de ellos no dudaron en acercarse a la opción que se estaba preocupando por ellos (respecto a esta aseveración se podrían matizar ciertas cosas, pero hoy ya va completita la entrada), Hamás.
Se celebran elecciones libre y, como era de esperar, gana Hamás, lo cual sienta como un tiro a Fatah, los que estaban pillando cacho, a Israel y a Occidente en general. Respuesta de unos y otros guerra a muerte por el poder (no le recuerda a alguien, salvando las distancias, a lo de Argelia), produciéndose el estúpido y triste hecho de que Palestina queda divida en dos, con dos gobiernos distintos y, tal vez lo más importante, con apoyos políticos y económicos distintos. Uno tiene la impresión de que la parte que domina Fatah es Berlín Oeste, con su puente aéreo, y la otra, la que domina Hamás, Berlín Este.
Como se puede observar, con la salvedad de la actuación criminal del Estado de Israel, recuérdese, sin ir más allá en el tiempo que hace un par de años, la Operación Plomo Fundido, los procesos de Palestina son muy similares a los del resto de países árabes. Es más, hace unos días se filtraron una conversaciones entre Fatáh y el gobierno de Israel, en las que los primeros renunciaban a la vuelta de millones de refugiados palestinos a su hogar a cambio de concesiones políticas. Una vez más, los gobiernos no se interesan por sus ciudadanos. Lo importante para ellos es mantenerse en el poder.
Tengo curiosidad, mucha, por conocer la deriva de estos movimientos de ciudadanos palestinos que  están surgiendo, espero que no sean flor de un día.
Tengo curiosidad por saber si la tercera vía, la de los ciudadanos libres, se  impone a las dos tradicionales en el mundo árabe: la autocracia y el islamismo.
También, porqué no decirlo, siento infinita satisfacción de que, incluso en territorios castigados por la perversión extrema de los sistemas políticos, podemos encontrar ciudadanos que defienden su libertad y su dignidad, frente al resultado de esa perversión.
Un saludo.

P.D.: A todo aquél que lo desee le recomiendo que vea el documental: "Líbano: mi primera guerra". Tremendo alegato, de militares hebreos, contra lo absurdo de una guerra que no entendían y para la que no estaban preparados. ¡Ojo! Qué nadie espere golpes de pecho por la política de los gobiernos hebreos sobre asentamientos o cosas similares!.

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