miércoles, 16 de febrero de 2011

TÚ HEREDARÁS ESTE PLANETA

Una de las cuestiones más fascinantes de mantener este blog, y el anterior, está siendo, sin duda alguna, la información sobre diversos temas a la que estoy accediendo, bien a través de la búsqueda por iniciativa propia, bien a través de información que me han transmitido algunos de los lectores.
Como el lector asiduo habrá podido comprobar uno de los temas estrella de esta bitácora es la economía. Durante este año y pico he leído y escuchado bastante sobre el tema. Uno de los grandes descubrimientos en este aspecto ha sido la figura de Nicholas Georgescu-Roegen.. Este señor, que por sus ideas nunca recibirá el Premio Nobel de Economía, y no sólo porque ya está muerto, es uno de los padres intelectuales de la Teoría del Decrecimiento, de la que ya tendrán noticia los seguidores de estas páginas virtuales. Su aportación más sustancial, al menos desde mi punto de vista, es la aplicación del segundo principio de la termodinámica a la economía. Aproximadamente viene a decir, perdón si no soy capaz de transmitirlo correctamente, pero mis conocimientos en este campo aún deben mejorar mucho, que en todo movimiento de energía siempre hay una parte que se pierde. Aplicado a la economía significaría que para producir algo, una parte de la energía que se utiliza, simple y llanamente se pierde, no se usa en la producción del objeto, es físicamente imposible. Además, definió el cuarto principio de la termodinámica, que viene a decir que esto mismo ocurre con los materiales que se utilizan para producir algo, siempre hay una parte de esos materiales que se degrada y que, aunque queramos volver a reutilizarlos, no nos será posible. Expongo las ideas, lo mejor que sé, y todo aquél que lo desee puede profundizar en el tema, en el que reconozco que soy un neófito. (Aviso: su libro más famoso, La ley de la entropía y el proceso económico, no he sido capaz de encontrarlo, ni tan siquiera en aquellas macrolibrerías que, por cierto, sí lo tenían incluido en su catálogo).
Como consecuencia de las ideas de Georgescu-Roegen y las de otros teóricos, nace lo que se denomina Teoría del Decrecimiento. Una de las cuestiones que más me atrae de ésta teoría  es que excede a lo meramente económico, cuestión que abordaré más adelante. Tal vez, lo más conocido de esta teoría sea que postula aquello tan conocido, y en cierto modo tan poco practicado, de las tres erres: reutilizar, reciclar y reducir. No creo necesario explicar en qué consiste cada uno de los tres apartados (en Internet se puede encontrar al información a patadas al respecto), pues con total seguridad todos sabemos de lo que estamos hablando. Sin embargo, esta teoría utiliza alguna erre inicial más, que a este bloguero le parecen harto interesantes. Voy a fijarme en dos de ellas, repensar o revaluar y redistribuir, que desde un punto de vista humano y humanista me resultan tremendamente atractivas.


El primer punto, reevaluar, trata sobre el cambio de valores que se han de producir, sustituyendo el individualismo, la competencia… por otros valores como la ayuda, la solidaridad. Partiendo de aquí el concepto de calidad de vida actual, basado en la producción y el consumo, debe  ser sustituido por otros conceptos de calidad de vida, basados en valores como el disfrute responsable o la importancia de las relaciones humanas y con el entorno, siempre de manera respetuosa. No todo en esta puñetera vida se basa en tener el último juguete tecnológico o el pantalón que no huele mal, aunque estés todo el día tirándote pedos.
El segundo punto, redistribución, es algo tan lógico, y justo, como lo que sigue: buscar eliminar las desigualdades sociales. Repartir la riqueza, que actualmente es suficiente, para que todos vivamos muy bien, entre todos los habitantes de este planeta azul.
Como se puede comprobar, ambos puntos hacen incidencia en algo muy sencillo: el hombre como centro de todo, conviviendo con el mayor grado de armonía posible con su entorno, con los diferentes ecosistemas,  y, como resultado de todo ello, luchar por la dignidad del ser humano, por un reparto justo de las riquezas del planeta, al menos por un reparto que permita que todas las personas tengan cubiertas sus necesidades fundamentales.



Es evidente que se trata de un cambio de mentalidad que no se va a producir en un tris, posiblemente no se produzca nunca, a no ser que, como predicen los defensores de esta teoría, el sistema colapse porque nos hayamos cargado el planeta, pero uno cree en ello, siendo por eso que, entre otras cosas, intenta, con mayor o menor éxito, poner en práctica la regla de las tres erres. Soy consciente de que el camino es arduo e incierto, pero cuando mi hijo sea mayor quiero decirle que, a mi manera, he hecho algo para que sus hijos puedan ver los mismos paisajes que él ve ahora cuando nos vamos a andar por el campo.
Un saludo.

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