martes, 8 de febrero de 2011

VERDADES A MEDIAS, MENTIRAS COMPLETAS

Con la llegada de la crisis y coincidiendo con una larga enfermedad tuve tiempo de bucear en el complejo mundo de la Economía. Leí como un poseso, vi documentales al respecto e incluso escuché opiniones de presuntos expertos de todo pelaje sobre el tema. 
Debo reconocer que aprendí lo que significaban palabras de uso corriente en el argot económico, accedí a diversas teorías explicativas del fenómeno que nos está machacando y, creo, no varié un ápice sobre mi percepción del mundo de los economistas: los economistas oficiales son unos caraduras que defienden al poderoso y culpan a los demás de su ineficacia y escaso o nulo conocimiento mediante el uso de verdades a medias y mentiras completas. Veamos un caso.
Durante un tiempo seguía un documental, creo que se titulaba "El poder del dinero", donde se explicaba de manera asombrosamente sencilla como se había gestado esta crisis y otras precedentes, recuerdo un capítulo que se remontaba al siglo XVII para explicar el nacimiento de la Bolsa y la primera crisis del capital tal como la entendemos hoy (resulta sorprendente que los fundamentos de tal crisis no difieren en nada de los de la actual: vender productos financieros, dando crédito para ello, productos financieros que son papel mojado) ,exponiendo los pros y los contras de las actuaciones económicas de gobiernos y de las diversas teorías económicas (recomiendo el capítulo en el que se habla de Enron, para mear y no echar gota que diría el castizo). Sin embargo, cuando se habló de un tema como los sistemas de pensiones surgió la catástrofe. El presentador, hombre de buena planta y profesor de Economía, defendió sin ambages la actuación de los Chicago Boys (grupo de economistas chilenos que se habían criado en los pechos ideológicos de Milton Friedman, ideólogo de todo este ataque neoliberal que estamos viviendo, y que acabaron superando sus postulados neoliberles de su mentor intelectual) e, incluso, la del propio Pinochet. ¿Por qué? Por los resultados excelentes de la economía chilena, teóricamente el primer laboratorio neoliberal del mundo, se adelantó a Reagan y Thatcher, que constrastaban con los de sus vecinos sudamericanos.
Parece que no hay nada que objetar. Chile, independientemente del reparto de la riqueza, ha sido, sin duda alguna, el país con la Macroeconomía más saneada de América del Sur, y, al menos en teoría, las políticas neoliberales, han sido su motor. Pero, como casi siempre, a alguien se le olvida algo. ¿Nadie más a aportado algo a ese presunto milagro económico? ¿Alguien se ha molestado en mirar la procedencia de más del 11% del PIB de ese país?  ¡Sorpresa! Más del 11% del PIB de Chile procede del cobre y el molibdeno, concretamente de una empresa estatal que se creó 5 años después de que Salvador Allende, en 1971, nacionalizara este sector. Nacionalización a la que no hicieron ascos ni Pinochet ni los ultraliberales Chicago Boys, es más hasta 1976, en plena dictadura de Pinochet, no se estructura de manera coherente como se producirá esa explotación y comercialización intervenida por el estado.
¡Vaya, vaya! El milagro chileno tiene un protagonista al que no se menciona, repartiéndose los méritos un grupo de teóricos del neoliberalismo, idea imperante en este momento, y un genocida, que llegó al poder como consecuencia de las paranoias de otro genocida, Kissinger, que ya en 1970 estaba organizando la caída de Allende (como después hizo en Argentina, Urugay con los gobiernos, más o menos afortunados, democráticos o como hizo en Camboya, apoyando a los Jemeres Rojos, cuyo mayor mérito fue asesinar a dos millones de compatriotas, un tercio de la población del país). Las ideas neoliberales funcionan de puta madre, al menos eso nos tienen que vender, aunque parte de su éxito radique en la nacionalización de las riquezas del propio país, hecho éste muy alejado de la teoría que defienden lo muchachitos neoliberales. Curioso ¿verdad?
Esto es sólo un ejemplo sobre el funcionamiento manipulador, mezquino y cotidiano al que nos someten los medios de comunicación de corte neoliberal y progresista (la diferencia entre unos y otros radica en el descaro con que lo hacen: los primeros lo hacen a las claras y los segundos nos invitan a consumir desaforadamente, eso si criticando el sistema). Funcionamiento orientado hacia un único objetivo: hacernos creer que otra realidad, al menos económica, es inviable.
Si el lector no ha quedado saturado con la entrada de hoy le invito a que lea este enlace, donde se habla de los paraísos fiscales por parte de alguien que los conoce bien. Es una entrevista, que en cinco minutos, más o menos, el lector se habrá despachado. La recomiendo.


 Un saludo.

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