lunes, 21 de febrero de 2011

NO TODO EL MUNDO CONOCE A SUS PADRES BIOLÓGICOS

En esta ocasión abordaré un tema sangrante, tal vez el más hiriente tema que haya tratado en este blog refiriéndome a este país en él que nací y en él que vivo, España. Reconozco que no son muchos los datos que puedo aportar al respecto, aunque tal vez sea innecesario por la contundencia y crueldad de lo acontecido. A pesar de la ausencia de cifras, estadísticas y demás parafernalia, considero que simplemente con que en este país entre las décadas del 50 y el 90 (obviaré todo lo acontecido durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra) hayan sido entregados miles de niños recién nacidos (cifra que podría multiplicarse por cien, según escuché ayer en la radio)  a "padres adoptivos", sin el consentimiento de sus padres biológicos, a los que se comunicó que su hijo había nacido muerto, en una especie de mercado persa, donde las mercancías eran seres humanos recién nacidos, no es cuestión menor.
A uno le han llamado la atención varios aspectos de esta triste noticia:
En primer lugar, la más que probable implicación de hospitales, entre ellos en el que nació mi cuñada. Cuando me refiero a hospitales no hablo de la culpabilidad de un edificio, sino de las personas que amparándose en su trabajo se convirtieron en mercaderes de personas, decidiendo quién era digno de ser madre y padre y quién no. 
En segundo lugar, me llama la atención que estos hechos, que pudiera parecer que sólo ocurren en el Tercer Mundo, se hayan producido en nuestro país  hace sólo dos décadas, o tal vez menos. 
Otro aspecto importante es que parece que la trama poseía una estructura fuerte, muy fuerte, siendo capaz no sólo de burlar los supuestos controles de hospitales y autoridades sanitarias, sino también de encontrar miles, o centenares de miles, de "clientes" para sus fechorías.
No podemos obviar tampoco que, casi con total seguridad, una parte de estos traficantes de seres humanos siguen ejerciendo la medicina o su labor religiosa (parece ser que algún que otro hospital privado, de titularidad religiosa, se encuentra implicado). Si esta pérfida práctica concluyó en la década de los 90, es muy probable que algún bastardo de los que decidían sobre el bien y el mal  siga ejerciendo su actividad.
Por otra parte, cuando uno oyó, hace unos días, la noticia por primera vez no pudo evitar pensar en el juez Garzón, que habló e intentó hincar el diente a este tema, no recuerdo si referido a la inmediata posguerra o concretamente al período al que me estoy refiriendo. 
Esta última reflexión me lleva a la siguiente: ¿qué cojones están haciendo las autoridades al respecto? Probablemente, estemos tratando el asunto más escandaloso, macabro, desgarrador y sucio que ha ocurrido en este país en los últimos cincuenta años. ¿No parece oportuno que los ridículos seres que se encargan de la política en esta nación intervengan con celeridad y perseverancia? Ya sé que es más fácil solidarizarse con las Madres de la Plaza de Mayo argentinas en su lucha por recuperar a sus nietos. Total, da un cierto número de votos y con figurar en alguna foto junto a ellas ya he hecho lo necesario. ¡Hipócritas!
Tal vez el mundo judicial se merezca un repasito al respecto por su inacción, pero desconozco el estado de la cuestión en el sistema de justicia de este país, por lo que prefiero abstenerme de opinar, aunque parece obvio que tarde andamos, Sancho.
Obviamente no podría olvidarme de mis amigos los periodistas. Resulta curioso, desgarrador sería más apropiado escribir, que Mourinho, el tonto a las tres de Cristiano Ronaldo o Alejandro Sanz y sus dislates ocupen más espacio en los noticiarios, en la prensa, que el tema que me ocupa hoy. Concretamente, en RNE, donde escuché ayer la información, se le dedicó un minuto escaso e, intuyo, que comparado con otros medios la noticia ha tenido amplia promoción. ¿A éstos medios se les puede llamar de información? De comunicación tal vez, comunican lo que les sale de las narices, pero de información, evidentemente, no.
No creo necesario alargarme sobre la cuestión, tampoco sería capaz de aportar mucho más en este momento, pero prometo indagar en el tema y proporcionar enlaces al respecto.
Me gustaría concluir con la solidaridad hacia todas las familias afectadas y, por qué no, hacia todos aquellos adultos que puedan descubrir que parte de su vida está asentada sobre una mentira.
Un saludo.


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