lunes, 7 de marzo de 2011

DICTADORES PROFESIONALES Y APRENDICES DE NEOLIBERALES

Parece que se ha puesto de moda en nuestro país prohibir. Digo parece, porque, aunque no lo pareciere, la cosa viene de lejos y los actuales gobernantes lo único que hacen es no cortarse a la hora de explicitar las medidas.
La ley antitabaco (comparto lo de no fumar en recintos cerrados, bares incluidos, no así lo de la distancia que se debe mantener respecto a centros educativos, hospitales... Recuerdo que soy fumador), la limitación de velocidad (que se acompaña de otras medidas pertinentes y útiles, no todas, aunque insuficientes), que junto con medidas más sibilinas, como el lenguaje políticamente correcto, están condicionando nuestras vidas. Esta entrada no intenta ser un canto al liberalismo, al que luego atizaré convenientemente, más bien, en su primera parte, trata de mostrar el camino que ha tomado un gobierno desnortado, que pretende tratar al ciudadano como un imbécil, sin capacidad de raciocinio ni de decisión. Si a esto añadimos la sensación que transmite dicho ejecutivo, de ir tomando medidas que son auténticos parches, muchas de ellas se diseñan desde la improvisación, tras ver las orejas al lobo, pues es normal que cierto cabreo se implante entre los ciudadanos. Pero que nadie se engañe, este cúmulo de nuevas permiten, en cierta medida, hacer una pequeña trampa: ni Dios  cuenta los metros obligatorios para fumar cerca de un centro educativo, al menos donde yo vivo, de un parque y con respecto a la velocidad no hace falta explayarse. En definitiva, legislan pero existen rendijas que permiten cierta laxitud, lo cual implica que una parte de las medidas explícitas son auténticas monsergas (no ocurre así cuando sobre lo que se legisla está relacionado con la economía, el trabajo, etc. donde muestran la cara más cruda del liberalismo).
Sin embargo, tenemos la otra cara de la moneda, la de los liberales, o pretendidamente liberales, que desde hace unos años han empuñado la bandera de la libertad. A uno le causa mucha risa cuando escucha a Rajoy, Cospedal, Carlos Herrera y toda la troupe de ese mismo gremio reivindicando la libertad del ciudadano. ¡Por Dios, qué dejen el humor para los del Club de la Comedia!
Como he comentado con antelación, las medidas de este gobierno, panfletario y desnortado, son de chiste, excepto las referidas a la economía, y como tales permiten cierto relajamiento. Pero es el campo de la economía, en el que más coinciden, nos guste o no, con los neoliberales, donde las leyes están siendo perversas, asfixiantes y deshumanizadoras. Veamos a lo que me refiero.
La presunta libertad que defienden en el campo económico tiene un único fin: hacer funcionar un sistema desprestigiado, no por mi o por el otro, por sus propios errores. La IMPOSICIÓN de esta forma de funcionamiento social, por narices, con todas las desigualdades que acarrea, es la más cruel de las imposiciones al ciudadano. Todas las medidas aplicadas en este sentido para engrasar la economía, han generado una protesta masiva, aunque tal vez más silenciosa, que las ocurrencias de ZP y familia con respecto a temas como el tabaco o la velocidad. Pero, parece ser, que estas medidas de corte neoliberal son la libertad en su estado más puro, al menos eso defienden estos defensores de lo económicamente correcto. La progresiva pérdida de derechos económicos o laborales coinciden cien por cien con el significado de la palabra libertad, al menos según estos reaccionarios. En ese momento uno recuerda las palabras de Feuebarch, creo que le pertenecen a él, que dicen, más o menos, algo como esto: la libertad se reduce a la dicotomía trabajar en condiciones de semiesclavitud o morirse de hambre. Extraña libertad la que persiguen estos tipejos.
Por cierto: ¿quién coño les ha proporcionado a esa pandilla de mangurrianes y avaros la legitimidad para definir lo que es libertad o no? Yo no e intuyo que una buena parte de los lectores de este blog tampoco.
Esta entrada no pretende defender al gobierno del PSOE de las JONS, ¡Dios me libre!, simplemente, desde mi modesto entender, se trata de llamar a las cosas por su nombre y advertir sobre el uso espurio que hacen de la palabra libertad los verdaderos enemigos de ella.
Como ejemplo de que las proclamas de estos auténticos liberticidas son una falacia, pues su discurso tiene una única finalidad, la de perpetuar sus privilegios, adjunto una enlace donde se puede comprobar lo que se puede hacer  desde la dignidad y la justicia. Para ello nada más sencillo que analizar detenidamente el caso de Islandia y las medidas tomadas por sus habitantes respecto a lo acontecido en aquel país. Debo advertir que este artículo completa lo que ya escribí sobre ese país hace unos meses, demostrando la tesis anteriormente defendida por mi, los neoliberales y sus políticas son una de las peores dictaduras a las que podemos estar sometidos.



Un saludo.


1 comentario:

isabel lagar dijo...

Lástima que con esto que llaman libertad todos somos más y más pobres. Empiezo a notar a mi alrededor cómo poco a poco se nos limita nuestra libertad para acceder a ciertos servicios públicos gratuitos que ya solo están al servicio de las capas más pobres de la sociedad. Creo que falta muy poco para que tengamos que pagar los servicios que hoy se siguen llamando públicos por tener una renta que no nos hace ricos ni mucho menos pero tampoco nos hace pobres de pedir. Somos esclavos de nuestro sueldo fijo y demás patrañas. Mientras tanto, no paramos de pagar impuestos.
Por otro lado, veo cierto sentido a algunas de las propuestas del gobierno como la ley antitabaco pero siento cada vez más que mi vida se llena de prohibiciones las cuales, al final, solo sirven para recaudar más y más. La caja registradora que no pare de sonar.
Y lo peor de todo es ese lenguaje banal y falaz, envadurnado de una retórica predecible, repetitiva y facilonga, destinada a aquellos que solo quieren ser adoctrinados y que dice estar basada en unos valores que yo no veo por ninguna parte.

Un saludo