jueves, 6 de enero de 2011

COHERENCIA CONTRA DELACIÓN

Lo dicho hace un par de días por Leire Pajín, la incitación a la delación, es un asunto, desde mi punto de vista, nada baladí. Se trata, ya empieza a ser tradición, de arrojar la idea de que el personal es algo así como un hatajo de irresponsables, incapaz de andar por la vida si no tuviéramos unos guías que nos orienten en nuestro caminar.
Una vez más alguien tiene a bien dudar de la capacidad de los ciudadanos para tomar sus propias decisiones y, sobre todo, para asumir responsabilidades, sean éstas agradables o desagradables. Tal vez, esta vez la diferencia sea el hecho de aleccionar a los ciudadanos para delatar a sus iguales. 
La palabra delación creo que cobra una especial relevancia, más aún cuando el mensaje es lanzado por parte de un cargo ministerial (sobre cuya aptitud tengo serias dudas, pero eso es caso aparte). La nueva ley, estoy convencido de ello, se implantará sin mayores problemas (alguna anécdota resistente y poco más), pero la progresista ha tenido a bien incitar a la ciudadanía a que "luche" contra los incumplidores de la ley, lo cual además de un gesto de cara a la galería delata una mentalidad preocupante de la la fulana en cuestión.
El chivateo, la creación, de nuevo, de enemigos contra los que luchar (generalmente estos enemigos coinciden con colectivos que no se van a defender, aunque en este caso poco hay que defender), la generación de desconfianza entre ciudadanos, todo ello es un caldo de cultivo magnífico para que nos olvidemos de lo verdaderamente importante: la situación crítica de millones de españoles. La situación crítica que han ayudado a crear ellos y que, más tremendo aún, están amparando con sus políticas.
Pero volvamos a la incitación de la colega a que todos nos convirtamos en policías. Este "gesto" es uno más de una política vacua, basada en conceptos hueros, en lo que lo políticamente correcto (que en muchos casos es la primera parida que se le ocurre a algún iluminado) es el eje de actuación. Los resultados, en muchos casos, para el ciudadano son nulos. Los problemas reales, los que les acucian día a día, siguen ahí, enquistándose, sin solución y, lo más terrible, sin que se vislumbre un plan presente o futuro para mejorar nuestras condiciones de vida. Más bien al contrario: la limitación de derechos, los mensajes que transmiten los políticos y voceros, transmitiendo una imagen infantiloide sobre la capacidad de opinión y actuación de los ciudadanos, el enrocamiento de los políticos en conceptos equívocos y vacíos de contenido, así como la creación de enemigos, elegidos sabiamente entre los ciudadanos, son un síntoma, inequívoco de que los sátrapas que dirigen nuestros destinos, con sus voceros mediáticos adosados, no tienen intención de variar nada. Los ejercicios de distracción son el mejor síntoma de que no sólo no han sido capaces de solucionar los problemas de la ciudadanía, sino que tampoco tienen intención o capacidad, o ambas cosas, de resolverlos en un futuro, al menos en un futuro inmediato.
Yo pienso que todos deberíamos ser delatores. Delatar la inutilidad de la nueva Ministra de Sanidad (manda cojones que la primera "idea" que tuvo vulnerara la Constitución), delatar la mentira de lo políticamente correcto, delatar las políticas de recortes de libertades y, tal vez lo más importente, delatar la ineficacia de estos gobernantes para resolver los problemas de los ciudadanos. 
Un saludo.

No hay comentarios: