viernes, 21 de enero de 2011

TODOS JUNTOS, PERO NO REVUELTOS

Tras ciertos cambios en las rutinas de mi hijo, ya no duerme siesta, estoy dándole vueltas al tema de escribir las entradas por la tarde, ganando así una hora de sueño, que me vendrá fenomenal.  Seguiré informando sobre el tema, aunque a partir de la semana que viene es posible que, con la excepción de sábados y domingos, siga la pauta anteriormente expuesta.
El asunto de hoy es, de nuevo, algo relacionado con la economía. Ayer, tras una rectificación y una disculpa, volvió a surgir en mi fuero interno la dicotomía economía real, economía de las multinacionales. Me explico. Los teóricos del liberalismo, neoliberalismo o como se quieran llamar apelan a la capacidad de la propia economía para "corregir" los desajustes de la misma. Una vez más todo parece simple y coherente si se aceptan los postulados de estos teóricos: la oferta y la demanda, la capacidad de adaptarse contra el inmovilismos... y todas esas teorías.
Sin embargo uno se acordó de Pepe, el frutero, y una conversación que tuve con él hace unos meses y toda la teoría se desmorona como un castillo de naipes.
Uno, que se lleva bastante bien con Pepe, tiene todo tipo de conversaciones con él, muchas de ellas trufadas de una ironía demoledora dirigida a los protagonistas de tales intercambios verbales, recuerda como una día pudo contrastar que la gente se busca las lentejas, aplicando la inteligencia cuando los recursos económicos no llegan. Esta charla coincidió en el tiempo con la concesión de una subvención, la enésima, a una multinacional del automovil para asegurar que su planta de producción siguiera en el mismo sitio unos años más.
A uno le chocó que alguien tuviera que aplicar su inteligencia, a falta de dinero, para superar un momento tan importante para todos como la entrada del euro, mientras otras empresas, multinacionales o empresas que aún no siéndolo contratan a un número significativo de gente, (hace un mes me contaba una amiga, que trabaja en una empresa conocida del sector de la alimentación,, que no es una multinacional, que bastó hacer correr rumores en la prensa local sobre la deslocalización de una planta de producción para que solucionaran los problemas sobre liciencias que arrastraban desde hacía tres años) simplemente necesitan abrir la boca para recibir todo lo que piden.
Parece que hay una doble realidad en la teoría neoliberal: la del ciudadano de a pie (la del autónomo o pequeño y mediano empresario) y la de la gran empresa.
El sistema de mercado funciona perfectamente para él que tiene un negocio familiar y una pequeña  o mediana empresa. Si quieres financiarte vas al banco y recibes subvenciones genéricas por diversos conceptos. La ley de la oferta y la demanda rige el funcionamiento de su negocio. Cuando la demanda es alta, cojonudo. Cuando la demanda es baja, el banco está ahí y si lo tiene a bien te concede el crédito y si no, agua, ajo y resina. A nadie, excepto a los clientes habituales, le importa que el frutero cierre.
Sin embargo, cuando hablamos de multinacionales o empresas grandes todo cambia. Además de las facilidades que tienen a la hora de implantar sus posaderas en un lugar, si la cosa va mal o existe una amenaza de deslocalización (sea ésta amenaza real o fingida, para sacar más pasta de todos) el dinero de la administración, el de todos, fluye sin problemas. Las leyes del mercado en este caso parecen no importar.
Alguien podrá alegar: las grandes empresas generan muchos puestos de trabajo. Indudablemente, aproximadamente el 15% de los que hay en este país. La cuestión realmente es que el cierre de una planta de producción genera el despido de un número significativo de trabajadores de golpe y porrazo y eso, aparte de una tragedia para las personas que se quedan en paro, tal vez lo más importante, genera mala imagen, especialmente entre los políticos de la zona. Bien es cierto que una de las  responsabilidades de los políticos es que los ciudadanos tengan trabajo, pero ¿cuánto nos cuesta que un número determinado de ciudadanos tengan trabajo? Debo aclarar que no tengo una respuesta clara a tal situación, pero si que me gustaría reflejar el contrasentido que supone que los mismos que defienden el mercado libre, apelan al dinero de todos para seguir funcionando  (en muchos casos para ganar aún más dinero) y, por tanto, falsear su propia teoría.
Pero sigamos con el frutero. Imaginemos que en mi pueblo hay cinco fruteros. Cada uno ajustará las características de su negocio a los clientes potenciales que prevee puedan ser los consumidores de sus productos. Uno puede ajustar su oferta para que los consumidores con menos poder adquisitivo sean sus principales clientes. Otro puede ofrecer sólo productos de temporada y, a ser posible, adquiridos en la zona. Otro puede..
En otras palabras, cada uno busca su nicho de mercado mediante determinadas estrategias de venta. Creo que eso se corresponde con la teoría clásica de mercado.
¿Qué ocurre con ciertos sectores en los que las multinacionales actúan en régimen de oligopolio (aunque teóricamente la U.E. y entidades de nuestro propio país luchen contra ello)? Pues algo tan sencillo como que los precios se fijan por esas mismas multinacionales. Ejemplos tenemos a patadas. Las telecomunicaciones en nuestro país, el caso de las multinacionales que decidieron reducir el contenido de los envases de gel, manteniendo el precio, las investigaciones sobre las petroleras por considerar que pactaban el precio de venta de sus productos a las gasolineras, investigaciones sobre compañías aéreas por considerar que pactaban precios...
Una vez más el mercado, ese dios de los neoliberales, se demuestra que sólo funciona con el pequeño empresario. Para las grandes multinacionales hay una especie de bula, a pesar de que se abran investigaciones y, en algún caso, se apliquen sanciones por sus prácticas.
Tal vez, casos como el de las farmaceúticas, que presionan a los políticos despiadadamente para que sean aprobados con mayor celeridad el uso de nuevos medicamentos, con consecuencias en algunos casos terribles (recomiento echar un vistazo al blog de Miguel Jara, cuyo enlace está en esta mima página), sea otro tipo de ejemplo de como funciona el mercado de las multinacionales. De como se puede crear una oferta para una demanda que no existe, o que se crea con añagazas.
En resumen. Parece que el mercado tiene reglas diferentes, en función de quien sea el protagonista.
A menor poder de influencia, más mercado, a mayor poder de influencia, mayores prevendas y, en muchos  casos más proteccionismo.
Un saludo.




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