domingo, 9 de enero de 2011

ME ESTOY QUITANDO... LERÉ, LERÉ, LERÉ.

Absorto leo en un períodico digital que el Ministerio de Sanidad estudia unificar criterios para que terapias farmacológicas puedan llegar a todos los ciudadanos de este país que fumamos gratis.
Absorto digo, porque, una vez más, se demuestra que vivimos en un estado constituido por reinos de taifas, donde, por ejemplo, una vacuna para los niños puede ser gratis en una comunidad autónoma, ganen lo que ganen los padres de esos bebés, mientras que en la mayoría de comunidades autónomas si alguien quiere poner las dosis pertinentes de tal remedio se ha de gastar algo menos de 300 euros, que no están a disposición de todo el mundo. Una vez más, la atención al ciudadano, finalidad última de las comunidades autónomas, se muestra arbitraria y caprichosa, en función de colores e intereses bastardos.
El ejemplo con el que encabezo la entrada es otra prueba de ello.
Pero mi perplejidad no está provocada exclusivamente por la posibilidad o no de acceder a tratamientos médicos dependiendo del lugar donde estés empadronado, la estupidez de la ministra, una vez más la Pajín, a la hora de exponer que hacer con nosotros, los drogadictos del humo, supera lo inimaginable.
Como no era de esperar, al menos en teoría, Leire Pajín opta por ayudar a los fumadores con farmacopea. ¡Joder!, dirá el lector, y este fulano que quiere. Pues quiero, nada más y nada menos, que ya que se tiene una buena idea de partida se aplique con coherencia. Está científicamente demostrado, aún defendiendo la validez de parches y demás parafernalia, que la técnica más eficiente para dejar el tabaco es la cognitivo-conductual (no lo digo yo, en estos últimos días he oído a un par de médicos en los medios de comunicación aseverándolo). Esta técnica usada en niños hiperactivos, o en trastornos mixtos asiosos depresivos (doy fe en primera persona de ello) con buenos resultados no necesita, obligatoriamente, acompañarse de fármacos (depende ésto último del momento de la patología y del profesional que prescriba la terapia). En otras palabras, la colega ha decidido que parte de nuestro dinero deba ir destinado a la industria farmacológica, sin sondear otras posibilidades, entre ella la más efectiva. 
Tras oír lo anteriormente expuesto uno tuvo el impulso de denunciar ante quien fuera menester la ineptitud de la colega, pero me di cuenta de que no existían esos cauces de delación y decidí escribirlo en mi blog.
Uno siente pena al ver que tipo de personas iletradas dirigen nuestros destinos (una ministra de sanidad al menos debería informarse sobre las terapias más efectivas para abordar una patología y, por que no decirlo, las menos gravosas para las arcas públicas), mientras otras personas, que uno intuye y ve que son grandísimos profesionales, véase el caso del Ministro de Educación, señor Gabilondo, está viendo cercenada su labor (posiblemente sea el único ministro del ramo en décadas que sabe lo que se trae entre manos) por politiqueos baratos de la oposición (manda cojones que prefieran ganar un puñado de votos a sentar las bases definitivas a una de las cuestiones más importantes para el país. Es entonces cuando uno piensa ¿y éstos son los que quieren regir los destinos de este país? Pues apañados vamos.) y por un silencio cómplice de los medios de comunicación.
Pero éste es el país en el que nos ha tocado vivir: es más importante salir bien en los focos que realizar, o intentar realizar, un trabajo digno y dirigido, sin sectarismos, al bien común. 
A unos la historia los disolverá, a otros la historia, aunque sea minimamente, les guardará un rinconcinto para recordar lo hecho o lo que se pretendió hacer.
Un saludo.



1 comentario:

Spaski dijo...

Completamente de acuerdo con la entrada y con el apunte de Gabilondo.

Me gusta ese ministro, sabe lo que hace, o sea que hay algun atisbo de inteligencia en el mundo de la politica.