sábado, 1 de enero de 2011

LOS AMANUENSES SE PONDRÁN DE MODA

Hoy tenemos desvarío como tema, tal vez lo mejor para un día tan profundamente marcado por las huellas del alcohol etílico como éste.
Hace tiempo veía una película en la que el protagonista era un maestro de la caligafría, no recuerdo si chino o japonés. Me llamó especialmente la atención la importancia que este tipo de personajes tenían en una sociedad feudal, no por ser capaces de transmitir el arte de leer y escribir como forma de cultura que transmite los saberes de una sociedad. Si mal no recuerdo, lo que caracterizaba al personaje era la gran calidad de sus trazos, la perfección de su grafía. 
Debo reconocer que uno no entendió la importancia de este hecho en su momento. Sin embargo, con el paso del tiempo que nos ha imbuido en una cultura de teclados de todo tipo que median entre nosotros y los mensajes escritos que queremos transmitir, la idea del largometraje ha vuelto a mi cabeza, cobrando una nueva dimensión.
Parece ser que el uso de todo tipo de aparatos informáticos se ha convertido en una de las prioridades en nuestras vidas, y no sólo en nuestras vidas: la educación mediante cachivaches electrónicos es el último boom pedagógico, al menos según nuestros políticos y pedagogos más in.
El uso de ordenadores, de pizarras digitales para aprender a leer y a escribir, desterrando en ocasiones todo lo tradicional, viene llamando con insistencia a nuestras puertas para quedarse. La imagen de niños felices que aprenden a través de portátiles o pizarras digitales es difundida de vez en cuando por los medios de comunicación como la panacea a todos nuestros problemas. Los peques no se aburren, las posibilidades son infinitas, la enseñanza es más creativa. La repera.
Sin embargo, uno que es un poco más tradicional aunque no renuncia a las Nuevas Tecnologías, ni mucho menos, se pregunta: ¿cuándo emborronan los niños una hoja con pinturas o rotuladores? ¿Cuándo practican la grafomotricidad? ¿Cuándo pintan, colorean o describen a su familia mediante un dibujo? ¿Cómo escriben de puño y letra una carta a los Reyes Magos o a los del Palacio de la Zarzuela? ¿Las manchas de los babis a partir de ahora van a ser de tinta de impresora?
En resumen: el movimiento de los niños, la motricidad fina que les permite experimientar con colores, texturas, líneas curvas y rectas, los errores en la grafía ¿a partir de ahora van a tener que experimentarlos mediante la mediación de un artilugio a base de chips y píxeles? ¿También vamos a buscar en aras de no se sabe bien qué, limitar a los niños en su expermientación directa, su movimiento, la adquisición del color, de la forma, del esquema corporal, buscando con ello  futuros expertos informáticos?
Al final, conseguiremos unos niños muy eficaces que  sabrán manejar ratones y teclados, cada vez más complejos, pero que no serán capaces de escribir con un lapiz más de dos líneas por falta de práctica, y como en la película (creo que Tigre y Dragón, pero no estoy seguro de ello al cien por cien) necesatiremos unos tipos especializados, y admirados por ello, capaces de manejar un lapiz o un boli para escribir un texto y no digamos ya la especialización que necesitarán para hacer un dibujo, por muy simple que éste sea.
En ese momento, cosa curiosa, la humanidad volverá a realizar esculturas tan impresionantes como la del Escriba Sentado, debido a que estos personajes serán personas tremendamente apreciadas por su arte.
Sé que tal vez esté llevando el tema a una visión extrema, tal vez, pero desde estas páginas quiero hacer una reflexión sobre la pérdida, real o posible, de aspectos básicos en nuestro crecimiento, como es el movimiento y la experimentación de ciertas realidades a través del mismo. Nada es bueno ni malo en si mismo, todo es complementario, pero desde luego la vivencia directa es fundamental para el aprendizaje, ya no sólo el escolar, de los pequeños y no considero que plantar a niños delante de pantallas chachis pirulis sea la panacea de nada. Como mucho otra forma de experimentar una realidad pluridimensional que se puede aprehender de miles de maneras todas complementarias y enriquecedoras.
Un saluda.
 

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