miércoles, 19 de enero de 2011

CUANDO NO SE SABE A QUIEN ECHAR LA CULPA, APUNTA SIEMPRE AL CIUDADANO

Lo primero que debo hacer hoy es pedir disculpas a uno de los seguidores de este blog. 
Debido a mi "habilidad" con la informática he cambiado el nombre y el perfil de uno de los seguidores de este blog, concretamente a Safo. Intentando subsanar tal error he acabado borrando su pérfil, discupas. Lo siento, soy un manazas.
Tras este alegato de mi inoperancia informática y los resultados de la misma, me gustaría abordar el tema central de esta entrada, pidiendo una vez más disculpas.
Durante la 2ª Guerra Mundial EE.UU. y el Reino Unido diseñaron una política económica basada en el consumo de artículos por cuanta más gente mejor. Creo haber hablado de ello en otras entradas, por lo que no voy a profundizar en el tema. Dicha política trajo como consecuencia que el sistema económico se sustentara en el consumo de lo que se ha dado en denominar clases medias. Esto se puede reducir, al menos en teoría, a una ecuación muy sencilla: a mayor consumo, mayor producción, a mayor producción, más puestos de trabajo y así ad infinitum. 
Como digo esa es la teoría, pues la práctica demostró durante la crisis del 73 (donde se pudo comprobar  que uno de los pilares en los que se basaba la teoría, precios baratos de los insumos, no se daría siempre) y con mayor virulencia durante la actual crisis, que no todo es tan fácil, ni exacto.
La economía, como cualquier otra actividad se caracteriza, entre otras cosas, por períodos de ajustes pasa superar los excesos cometidos con anterioridad, buscando un equilibrio entre una actividad desmedida e irreal y la medida justa de las posibilidades del sistema. Lo que conocemos como crisis, al menos las típicas crisis, (como dato diremos que, con total probabilidad, la actual no es una de esas típicas crisis; más bien se trata de un tipo de crisis de la que saldrá algo nuevo, como en la del 29). Durante esos períodos de reestructuración el consumo disminuye, el paro aumenta... Estos períodos, tradicionalmente (al menos en teoría), han sido superados en cortos períodos de tiempo.
Pero tampoco éste es el tema central de esta entrada en el día de hoy.
Esta introducción, o rollo, debe servir para focalizar la atención sobre el consumidor, el ciudadano, como eje del sistema económico. Es el ciudadano él que consume; es el ciudadano el que mueve, una vez más de manera teórica, la economía.
Sin embargo, en este embrollo en el que estamos inmersos parece que el ciudadano, al  menos el de ciertos países, no tiene esa capacidad de consumir para que se produzca más y así crear más empleo.
¿Por qué? Muy sencillo: se cambiaron ciertas reglas del juego (cada vez salarios medios más bajos y más dinero para el empresario/ accionista, supliéndose esta pérdida de poder adquisitivo con la concesión de créditos bancarios a troche y moche para poder seguir consumiendo). Este cambio de reglas de juego provocó que la situación se convirtiera en un polvorín: muchos ciudadanos dependían de los créditos para poder consumir, y los bancos de que se pudieran devolver los créditos. Como es bien sabido todo se fue a la mierda hace casi tres años. Era cuestión de tiempo.
¿Cuál ha sido la reacción con respecto a los ciudadanos de muchos expertos, y de otros que no dicen serlo,  para justificar todo este tema?
Muy sencilla. El ciudadano ha vivido por encima de sus posibilidades, debido a la petición de créditos para el consumo, y esta irresponsabilidad es parte del problema con el que ahora nos encontramos (los pobres bancos tienen una gran cantidad de morosos que no pueden devolver sus créditos).
Curioso, una vez más la culpabilidad se traslada al ciudadano de a pie, que es poco menos que un manirroto y un ignorante funcional. Sin embargo, estos mismos expertos cuando se consumía a todo trapo, debido a esos mismos créditos que ahora mucha gente no puede pagar, alababan la fortaleza de la economía y lo bueno que era el sistema. Es más, según esos mismos expertos lo que se necesita en muchos países es que los ciudadanos consuman más. 
En resumidas cuentas: el sistema, al menos según ciertos "expertos", necesita que los ciudadanos consuman más, sin embargo, consumir más significa pedir créditos, pues el porcentaje de las rentas del trabajo es cada vez menor, pero cuando el sistema demuestra que no se pueden pedir créditos infinitamente para consumir mucho y bien, la culpa es el del ciudadano que es un derrochador y, en el otro lado de la balanza, si el ciudadano no consume está generando su propia ruina, pues no se crean puestos de trabajo y el paro aumenta.
Si he sido capaz de explicarme correctamente, el lector podrá observar que el sistema funciona cuando se produce un equilibrio etéreo, díficilmente identificable y que parece imposible de alcanzar en los tiempos que corren. Sin embargo, la culpa de que no exista este equilibrio es, al menos según los neoliberales de pro, del ciudadano que no sabe cuando y cuanto consumir: unas veces por su excesivo ímpetu (período que coincide con aquel en los que los economistas al uso se felicitan porque sus teorías funcionan) y otras por su retraimiento consumista. Pero eso sí, la culpa nunca es del sistema, ni de los defensores del mismo, sus teorías dejan a las claras que este sistema es el mejor?? y el único.
Como se podrá observar, el quid de la cuestión, a pesar de los economistas al uso, es el sistema económico actual, su inutilidad para satisfacer las necesidades de una gran parte de la humanidad (incluso la de gran parte de los ciudadanos de los países se incluyen en lo que se denomina 1º Mundo) y, no debemos olvidarlo, su voracidad con los recursos de la Tierra, a la que está transformando de manera acelerada y perjudicial para muchos de los seres que vivimos en ella.
Lo siento, pero no me dejaré engañar, el problema no es consumir o no consumir y mucho menos se puede focalizar en el ciudadano de a pie. El problema es la voracidad de unos mangantes que anteponen la economía a las personas y al hábitat que hemos heredado.
Solución, una vez más, consumir poco (cambiar de  móvil cuando se jorobe el anterior, aguantar el coche, no ir a la última moda, pequeños actos como consumir agua del grifo,  utilizando para ello botellas de cristal- más ecológicas- ...) y estudiar e implicarse en nuevos formas de entender la economía, para que grupos que aportan ideas alternativas en economía, véase el caso de ATTAC, vayan cobrando, de manera progresiva, un mayor protagonismo en las vidas de todos y, tal vez, en los postulados de los políticos.
Un saludo.
 

1 comentario:

M.A.S dijo...

Desgraciadamente así es. Totalmente de acuerdo contigo. M.A.S. (lacrimas mundi)