jueves, 25 de noviembre de 2010

ALGO INTELIGENTE BAJO EL SOL

Tras el vergonzoso papelón que Rubalcaba desempeñó en los hechos entre el sátrapa Mohamed VI y los saharauis, allá él con su conciencia, si la tiene, el barbado político ha vuelto por sus fueros realizando una reflexión coherente y trascendente. Ha abordado, ni más ni menos, uno de los asuntos más espinosos, y olvidados de este país, la formación de los docentes.  
El cántabro, hombre astuto con lo que conlleva de bueno y de malo este calificativo, ha lanzado una idea, desde mi punto de vista genial, siempre que se lleve a la práctica de manera coherente, que consiste en una especie de MIR para los docentes. Resumiendo sería algo así como: los que quieran ejercer la docencia estudiarían su carrera y al terminar ésta harían un examen. En función de la nota de ese examen los futuros docentes elegirían especialidad, en la que se formarían trabajando. Grosso modo ese es el planteamiento.
Al ser un bosquejo, una idea bruta, quedan aspectos por concretar como el de los profesores de secundaria y los de Formación Profesional, cuya formación previa, con excepciones, no tiene nada que ver con las ciencias de la educación, pero el primer paso se ha planteado.
¿Por qué me alegra sobremanera esta idea? Por una razón muy sencilla:  considero que la formación inicial de los docentes, en líneas generales, es mala, insuficiente y, generalmente, teórica hasta decir basta. Reconozco que la teoría, al menos parte de ella, es necesaria, pero no debe ser el fundamento de la formación de unos futuros profesionales que se desenvuelven trabajando con personas. La experiencia en este campo es, desde mi modesto entender, el arma principal con el que contamos los docentes para ejercer nuestra labro diaria.
Personalmente, no recuerdo más que el nombre del autor de los postulados pedagógicos de Sarraumona (si es que se escribe así). Personalmente, no recuerdo mucho del modelo ecológico en educación sobre el que tanto me insistieron en varias asignaturas de la carrera. Sin embargo, personalmente, he ido leyendo sobre temas del ámbito docente que me interesaban. Personalmente, he ido preguntado a compañeros. Personalmente, he escuchado a compañeros y retenido aquellos aspectos de su práctica que me han parecido interesantes. Personalmente, he intercambiado ideas con mi pareja, que no se dedica a la educación, aunque sí a un campo relacionado con la asistencia social, sobre aspectos que me han preocupado. Personalmente, he analizado circunstancias de mi trabajo diario que no me han dejado satisfecho y en muchas ocasiones me han servido para darme cuenta de errores. Personalmente, me he ido conformado como lo soy profesionalmente, para bien o para mal, a través del día a día en mi trabajo.
Por todo ello considero fundamental un período de aprendizaje semiformal para todos los docentes,que permita, progresivamente, a éste enfrentarse a los retos que entraña dar clases.
Voy a contar una experiencia personal que no sé si servirá para ilustrar lo que he reflejado hasta el momento. Cada vez que empiezo a trabajar en un nuevo centro me siento, al menos durante unos días, como un pulpo en un garaje, perdido. La primera semana no sé por donde empezar. Bien es cierto que en unos días estoy funcionando con normalidad, o a mi me lo parece, al menos en lo que respecta a los chavales. También debo decir que esta sensación de despiste en los primeros tiempos de ejercicio docente me duraba mucho más tiempo. Pues imagínese el lector si tras más de quince años de dedicación docente aún hay momentos en que me siento perdido, como debe sentirse una persona que está por primera vez ante una clase, con la responsabilidad que ello conlleva.
Por otra parte, aunque éste sera tema para otro día, a la educación se le pide mucho. Nuestro jóvenes tienen que saber muchas cosas de muchos campos, aspecto ridículo y demagógico, pues cada cual aporta su idea al respecto y es imposible, aunque sólo sea por cuestiones temporales, que los alumnos aprendan tal cantidad de contenidos, muchos de ellos fruto de la estupidez de la moda de turno. De todas formas es cierto que se ha hablado mucho de la formación de los alumnos, pero desde hace décadas bien poco se ha hablado de la formación de los docentes, tal vez el Plan Bolonia ha supuesto un cambio, no sé si positivo o negativo, en este aspecto, aunque, tengo para mi, que más centrado en la duración de los estudios iniciales que en la operatividad de los mismos. Por eso ya era hora de que alguien se acordara de los que tienen que formar a los que hay que formar.
En definitiva, bien por la propuesta de Rubalcaba, aunque, debo reconocerlo, me muestro escéptico ante la posibilidad de que alguien quiera llevar a cabo este planteamiento (costaría mucho dinero y ya sabe que es mejor gastárselo en bancos que en educación). Desde aquí mi aplauso y mi apoyo inicial, veremos en que acaba todo.
Un saludo.

No hay comentarios: