domingo, 14 de noviembre de 2010

ES QUE ME TIENE MANÍA

Todos, durante nuestra época de estudiante, hemos escuchado o utilizado la expresión "es que me tiene manía", referida a un maestro o a un profesor que, desde nuestro punto de vista, no satisfacía nuestras expectativas. Con el paso del tiempo, y trabajando dentro de la docencia, aprendes que, generalmente, esas percepciones juveniles no eran reales, siendo las motivaciones de tal maestro o cual profesor para actuar como actuaba objetivas, respondiendo, además, en ciertos casos, a estrategias para motivar al alumno, haciéndole ver las orejas del lobo. Hablando en plata, "o estudias más, no te estás esforzando suficientemente, o te vas a cargar la asignatura". 
Sin embargo, el alumno no suele percibir estos detalles y culpabiliza a los demás de "su problemática". Obviamente, yerra en su estrategia y no es capaz de analizar la situación en su conjunto, optando por el camino fácil, "el mundo está en contra de mi".
Alguien podrá pensar que esta conducta es típica de la adolescencia y que desparece cuando las hormonas se estabilizan y vamos adquiriendo nuevas responsabilidades en la vida. Uno no está de acuerdo con ello. No sólo no estoy de acuerdo, más bien al contrario, esta estrategia, a medida que crecemos, no sólo es utilizada por las personas para explicar su vida, también es planteada por grandes instituciones y organismos varios para justificar sus fracasos. 
El esquema de actuación en estos casos es el siguiente: lo que defendemos, planteamos o anhelamos es tal cosa; los hechos demuestran que estos planteamientos son erróneos, pero, llegado este momento, los dirigentes de tal organismo, religión o lo que fuere obvian la autocrítica, traslando la carga de la culpa a la gente de a pie que no sigue sus dictados.
Veamos algunos ejemplos ilustrativos de lo que estoy contando, que ayudaran a aclarar lo que quiero transmitir.
Imaginemos que un líder religioso realiza una visita a un país. Antes de comenzar su estancia en dicho lugar, el representante del Mesías en la Tierra, carga duramente contra la forma de vida de los habitante de esa nación, que de manera progresiva ha ido desvinculándose de la ideología que defiende el pastor de almas. Es fácil comprender que el distanciamiento ideológico de una parte de los ciudadanos de ese país se deberá, en parte, a que la religión del visitante no cumple las expectativas de esas personas por los motivos que sea, en este caso por un distanciamiento de la cúpula de dicha religión de la realidad. Lo lógico es que el chamán general se cuestionara lo que está ocurriendo, lo que están haciendo mal para que se produzca  esta separación. Pero no, la respuesta es acusar a los que no piensan como él de barbaridades varias.
Otro ejemplo lo tenemos en el mundo de la economía. Las políticas económicas que han precedido a la gran crisis en la que estamos inmersos, han buscado un mercado cada vez más libre, basado en falacias y artificios contables, bendecidos por los gurús de la economía. Obviamente, todo lo que sube baja y, aún más obvio, los artificios que enmascaran la realidad, con el paso del tiempo de derrumban como un castillo de naipes (la realidad es tozuda y, más tarde o temprano, acaba asomando la cabeza y, a veces, como en el caso que tratamos, se abre paso a cabezazos). Pero, ¿qué han hecho estos gurús, luminarias o lumbreras del pensmiento neoliberal,  que han visto fracasar sus doctrinas de manera estrepitosa? ¿Han recapacitado sobre lo absurdo de sus planteamientos? Por supuesto que no.
El fracaso de sus teorías, según ellos, no se debe a que eran estupideces revestidas de academicismo. Ni mucho menos. Los culpables somos los ciudadanos de a pie que queremos muchas cosas a cambio de nuestros impuestos. Los terroristas económicos son los trabajadores y pensionistas que quieren un sueldo digno. O lo que es lo mismo: ellos están libres de todo pecado y somos los demás, que no hacemos lo que ellos quieren (en muchos casos lo que ellos quieren varía en función de los agujeros que se deben tapar en cada momento para que su sistema económico, que hace aguas por todos los lados, siga "funcionando". Es decir, ni tan siquiera ellos son capaces de preveer lo que va a pasar, pero pase lo que pase la culpa es de los ciudadanos, no de sus absurdos planteamientos),  los que hemos jodido el chiringuito.
Como el lector puede observar la famosa frase "es que me tiene manía", al menos el significado que conlleva (la culpa es de los demás), lo utilizamos no sólo en la adolescencia, si no también durante el período adulto y, por si fuera poco, no sólo lo utilizamos comos seres individuales. Las grandes corporaciones, entidades religiosas, políticas, económicas siguen esta pauta de actuación hasta, en ciertos casos, generarando situaciones de odio, misería y, por tanto, incubando un malestar que a medio, largo plazo puede acabar de mala manera.
Un saludo.

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