viernes, 26 de noviembre de 2010

COMUNICADORES, QUE NO PERIODISTAS

Ayer me desperté escuchando a Carlos Herrera. No, no me había impuesto ningún castigo por mis malos actos. Simplemente, se debe conocer a todo el mundo para poder opinar con criterio.
Este tipo, al que le ofrecieron figurar como número uno en la candidatura del P.P. por Sevilla, hace ya algún tiempo de ello, comienza el tiempo dedicado a las noticias haciendo una interpretación de las mismas. Como es normal, sus comentarios son de todo menos objetivos. 
Sin embargo, aunque el personaje me parezca intelectualmente de una endeblez supina, reconozco que es un gran transmisor de sus ideas. Su voz, su convicción a la hora de vender su película y su argumentario, siempre regido por un mismo patrón neoliberal y con olor a naftalina, ha de ser tremendamente cautivador para muchos oyentes. Estos intangibles son los que diferencian a un comunicador de un mero periodista. 
El comunicador no tiene la obligación de ser objetivo. Su función es transmitir el mensaje de la manera más atractiva posible para el receptor. La finalidad es envolver en un halo de verdad aquello que se quiere transmitir, aunque como en el caso de Herrera la sarta de estupideces arrojadas a través de los micrófonos sean de campeonato.
Ejemplos de grandes comunicadores, que no siempre de buenos periodistas (en algún caso ni tan siquiera hacer honor al nombre de periodista) en nuestro país tenemos varios: Iñaki Gabilondo, Jiménez Losantos, Luis del Olmo, José María García en su tiempo...
En todos los casos son personas que cautivaban a su audiencia con algo más que la transmisión desnuda de la información, que a veces es lo que menos importa al transmisor del discurso y al receptor del mismo. La forma personal de transmitir ideas, de motivar a sus fieles, de impactar en el oyente o espectador, a veces también en sus enemigos ideológicos o de grupo empresarial, es el sello diferenciador de estos personajes públicos.
No voy a abordar el tema de si un comunicador nace o se hace. No tengo ni idea, ni me interesa. Para mi lo importante es diferenciar entre un mero transmisor de noticias, profesión muy loable y en desuso en los últimos tiempos, y un comunicador, una agitador de conciencias y creencias, a veces de odios.
Si tuviera que buscar un ejemplo de comunicador y periodista en una sola persona no tendría ninguna duda en señalar al recientemente fallecido José Manuel Gozalo. Este señor, con mayúsculas, fue durante muchos años el responsable de los programas deportivos diarios de Radio Nacional. Aunaba la capacidad de transmitir su mensaje al público con una gran objetividad en el tratamiento de las noticias. En su programa era todo el mundo bien recibido. Todo el mundo podía expresar sus ideas, con un único límite: no ofender a nadie; simplemente se trataba de expresar ideas, razonamientos, argumentos. Esta es la diferencia entre un gran periodista y un comunicador: el comunicador intenta implantar su lógica en el oyente; el periodista presenta la noticia desde diversos ángulos para que el oyente o televidente decida sobre cual es la versión correcta de los hechos.
En el fondo, los comunicadores son los nuevos mesías, o intentan serlo, mientras que los auténticos periodistas intentan ser mediadores entre los hechos y los ciudadanos. 
Un saludo.


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